Con la colaboración de diversas entidades, ha visto la luz una magna publicación: "La Catedral de Badajoz", oficialmente presentada y con eco en diversos de comunicación.
En su día supimos del altísimo gasto que supone una edición de estas características y, personalmente, pusimos en el tapete de la discusión en razón de su elevado coste. No ponemos en duda el valor y el significado de esta obra, en primer lugar, por conocer algunos de los textos que se han incluido -antiguos, no viejos- como los de D. Carmelo Solís Rodríguez y D. Aquilino Camacho, siempre recordados; así que la obra en la referencia externa que nos llega - tenemos mucho interés en leerla- debe moverse entre la novedad y el tirar de archivo.
Es interesante comprobar como la Iglesia se ha movido para conseguir esta financiación, detalle admirable, pero al mismo tiempo nos quedamos "timbrados" - por relajar el comentario con un modismo latino- al observar el nulo empeño - en general que hay excepciones a título personal- para eliminar las barreras arquitectónicas de sus templos, que las llaves de S. Pedro deberían abrir el Reino de los Cielos y procurar accesibilidad en catedrales e iglesias de nuestros pueblos, y que en el próximo libro puedan añadir un capitulo o una addenda donde se explique el cambio de mentalidad y voluntad que lo hizo posible.
El patrimonio religioso, sus fondo, archivos y bibliotecas deben ser verdaderamente públicos. En estos tiempos donde todos colaboramos con todos - sin importar credo, raza o condición sexual - no puede ser de otra forma.
José Rabanal Santander
En su día supimos del altísimo gasto que supone una edición de estas características y, personalmente, pusimos en el tapete de la discusión en razón de su elevado coste. No ponemos en duda el valor y el significado de esta obra, en primer lugar, por conocer algunos de los textos que se han incluido -antiguos, no viejos- como los de D. Carmelo Solís Rodríguez y D. Aquilino Camacho, siempre recordados; así que la obra en la referencia externa que nos llega - tenemos mucho interés en leerla- debe moverse entre la novedad y el tirar de archivo.
Es interesante comprobar como la Iglesia se ha movido para conseguir esta financiación, detalle admirable, pero al mismo tiempo nos quedamos "timbrados" - por relajar el comentario con un modismo latino- al observar el nulo empeño - en general que hay excepciones a título personal- para eliminar las barreras arquitectónicas de sus templos, que las llaves de S. Pedro deberían abrir el Reino de los Cielos y procurar accesibilidad en catedrales e iglesias de nuestros pueblos, y que en el próximo libro puedan añadir un capitulo o una addenda donde se explique el cambio de mentalidad y voluntad que lo hizo posible.
El patrimonio religioso, sus fondo, archivos y bibliotecas deben ser verdaderamente públicos. En estos tiempos donde todos colaboramos con todos - sin importar credo, raza o condición sexual - no puede ser de otra forma.
José Rabanal Santander
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