Confieso una preferencia personal por este convento de Badajoz, enclavado en la Plaza de San José , punta de lanza y emblema de la Plaza Alta. No es de los más antiguos pero , sin duda alguna, es el que se ubica en uno de los lugares más característicos de Badajoz.
No consigo imaginarme el lugar sin este edificio. La primera vez que me asomé a esta Plaza fue en los primero años sesenta del pasado siglo en una aquellas cálidas noches de junio, cuando la plaza y sus callejuelas tenían ese aire tranquilo - perdido y no recobrado- . La luna reflejada en techo y espadaña del convento y, en el aire, rumores flamencos y quejíos de las cercanas tabernas. Un convento silencioso que tadavía guarda el mismo silencio, a pesar de los tiempos y modos distintos.
Llegaba disimulado el olor de los junco y rumores del Guadiana, vivo de casetas y embarcadero alegre.Me gustaba mirar la luna a través del crucero que centra la Plaza. Y desde la hora de completas, silencio santo en el convento, quebrado de cuando por pasos lejanos en lejanas galerías.
Rebuscando en el cajón de papeles que el tiempo amarillea, encontré esta foto de otros tiempos y el recuerdo de una comunidad de religiosas, trabajadoras ejemplares , que jamás perdieron el contacto con la realidad de Badajoz, incoroporándose al mundo de la docencia de una manera singular y constante.
El edificio se queja por esas grietas de tiempo y olvido y debe ser consolado pronto. Es una deuda que tiene la ciudad de Badajoz y debe pagarla. No sé exactamente como puede encontrarse el tema de las ayudas que la comunidad precisa;posiblemente haya algunas iniciativas o programas en marcha, no importa, Badajoz debe devolver, si enredarnos en discusiones bizantinas, parte de lo que esta comunidad ha aportado durante años. Tenerla en esa Plaza, con ese aspecto de postal recortable ya lo merece.
José Rabanal Santander
No consigo imaginarme el lugar sin este edificio. La primera vez que me asomé a esta Plaza fue en los primero años sesenta del pasado siglo en una aquellas cálidas noches de junio, cuando la plaza y sus callejuelas tenían ese aire tranquilo - perdido y no recobrado- . La luna reflejada en techo y espadaña del convento y, en el aire, rumores flamencos y quejíos de las cercanas tabernas. Un convento silencioso que tadavía guarda el mismo silencio, a pesar de los tiempos y modos distintos.
Llegaba disimulado el olor de los junco y rumores del Guadiana, vivo de casetas y embarcadero alegre.Me gustaba mirar la luna a través del crucero que centra la Plaza. Y desde la hora de completas, silencio santo en el convento, quebrado de cuando por pasos lejanos en lejanas galerías.
Rebuscando en el cajón de papeles que el tiempo amarillea, encontré esta foto de otros tiempos y el recuerdo de una comunidad de religiosas, trabajadoras ejemplares , que jamás perdieron el contacto con la realidad de Badajoz, incoroporándose al mundo de la docencia de una manera singular y constante.
El edificio se queja por esas grietas de tiempo y olvido y debe ser consolado pronto. Es una deuda que tiene la ciudad de Badajoz y debe pagarla. No sé exactamente como puede encontrarse el tema de las ayudas que la comunidad precisa;posiblemente haya algunas iniciativas o programas en marcha, no importa, Badajoz debe devolver, si enredarnos en discusiones bizantinas, parte de lo que esta comunidad ha aportado durante años. Tenerla en esa Plaza, con ese aspecto de postal recortable ya lo merece.
José Rabanal Santander
No hay comentarios:
Publicar un comentario