Precisamente, este blog se llama "El Guadiana suena" en recuerdo de aquella sección que escribía Antonio Santander de la Croix allá por los años 60 del pasado siglo. Sonaba el Guadiana y Badajoz miraba y vivía el Guadiana porque el río se podía mirar. Badajoz se reflejaba en el Guadiana y las gentes poblaban sus orillas diariamente.
Después vino la catástrofe porque nos olvidamos de esta enorme seña de identidad de nuestra ciudad.
El río languidecía mientras nos empeñabamos en echar mierda y consentir a las conserveras que hicieran de su capa un sayo, vertiendo todo lo que se les venía en gana, aunque la causa de su "muerte" era, sin lugar a dudas, la despreocupación ciudadana.
Tenemos río y frontera ¿Qué mas se puede pedir a la cultura de un pueblo? Y éso, ni más ni menos es lo que hemos echado a perder algremente.
Comentarios como "hay que ver qué bonito estaba el embarcadero, la playa Amigos del Guadiana, El Pico o la Isla de los Monos..." se escuchan en Badajoz, pero nada se hace y las iniciativas de buenas gentes "Salvad el Guadiana", se quedan en unos pocos comentarios de buena voluntad el día del Rastrillo o cuando dejamos nuestra firma en alguna de sus mesas. Ahí se queda todo.
Suelo acudir a las ediciones de "Mira al Guadiana", acompañado de mi cámara para registrar el momento. Sin duda es interesante: saludar a los amigos, ver a los Coros y Danzas o las piraguas por el río pero en realidad me siento dominguero de la nostalgia de otros tiempos, de otras actitudes. Y por allí se pasea toda la tropa del Badajoz intramuros y extramuros, endomingada y digitalizada (por la inseparable camarita), como cumpliendo la visita a un enfermo o al abuelillo en la residencia de mayores, porque al día siguiente, el paraje tendrá silencio soledad y olvido.
Nos hemos montado un chiringuito laminado de cultura que, por un día sale en la TV local, con políticos flamas y culturetas locales. La mañana es agradable, la barbacoa huele bien y tengo ensoñaciones con el la música de "El Candil" de fondo, pero me duele el rio y si hay que mirar, hagamoslo con atención en la dirección adecuada.
Después vino la catástrofe porque nos olvidamos de esta enorme seña de identidad de nuestra ciudad.
El río languidecía mientras nos empeñabamos en echar mierda y consentir a las conserveras que hicieran de su capa un sayo, vertiendo todo lo que se les venía en gana, aunque la causa de su "muerte" era, sin lugar a dudas, la despreocupación ciudadana.
Tenemos río y frontera ¿Qué mas se puede pedir a la cultura de un pueblo? Y éso, ni más ni menos es lo que hemos echado a perder algremente.
Comentarios como "hay que ver qué bonito estaba el embarcadero, la playa Amigos del Guadiana, El Pico o la Isla de los Monos..." se escuchan en Badajoz, pero nada se hace y las iniciativas de buenas gentes "Salvad el Guadiana", se quedan en unos pocos comentarios de buena voluntad el día del Rastrillo o cuando dejamos nuestra firma en alguna de sus mesas. Ahí se queda todo.
Suelo acudir a las ediciones de "Mira al Guadiana", acompañado de mi cámara para registrar el momento. Sin duda es interesante: saludar a los amigos, ver a los Coros y Danzas o las piraguas por el río pero en realidad me siento dominguero de la nostalgia de otros tiempos, de otras actitudes. Y por allí se pasea toda la tropa del Badajoz intramuros y extramuros, endomingada y digitalizada (por la inseparable camarita), como cumpliendo la visita a un enfermo o al abuelillo en la residencia de mayores, porque al día siguiente, el paraje tendrá silencio soledad y olvido.
Nos hemos montado un chiringuito laminado de cultura que, por un día sale en la TV local, con políticos flamas y culturetas locales. La mañana es agradable, la barbacoa huele bien y tengo ensoñaciones con el la música de "El Candil" de fondo, pero me duele el rio y si hay que mirar, hagamoslo con atención en la dirección adecuada.
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