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lunes, 22 de septiembre de 2008

Angel Braulio Ducasse, el poeta asesinado

La Historia tiene alfombras que guardan el polvo de lo que se quiere olvidar, de aquello que estorba a los idearios políticos, de lo que se quiere olvidar a toda costa, polvo temeroso de una vaporetta de memoria histórica que esparza sus partículas y las exponga a los rayos del sol. Afortunadamente, en esta época que nos ha tocado vivir está saliendo muchos de esos tristes sucesos para que todos entiendan y se reparta la justicia tan necesaria en estos casos.
No obstante, algunas "historias" quedan en el olvido, la memoria pasa de largo y como los años hacen ruina a las paredes, no imaginemos como deja al recuerdo.
Mi biblioteca familiar tiene pliegues de memoria, recovecos donde todavía no he llegado... y allí está ese polvo de recuerdos dormidos, con el que de vez en cuando se encuentra en las tardes de rebusco al azar. Y así encontré el hermoso poema en cuatro partes "El palacio de paja" de Angel Braulio Ducasse, natural de Guareña, como Chamizo y Eugenio Frutos.
No era la primera vez que me tropezaba con la figura de Ducasse. Alguna que otra vez, mi padre lo había citado , no en ningún artículo sino en algún que otro recuerdo evocador y nostálgico de juventud perdida: "Una pena, asesinado tan joven". Tomás Rabanal Brito -creo- jamás entró en explicaciones sobre el asesinato de su amigo el poeta de un solo libro, en la Guareña de 1.936, bajo los fusiles marxistas y debía saber las razones y algo más que nunca contó o, al menos yo no las supe nunca.
Francisco Valdés fue otro de los amigos que corrió la misma suerte, pero el olvido extremeño ha sido con él mas benevolo que con Ducasse.
Ducasse, en poesía, llegó hasta donde pudo y es lo que quedó de sus escritos, porque no le dio más tiempo, Valdés más prolífico y maduro dejó un excelente legado a la literatura regionalista extremeña, Chamizo -según la fuente oral de Rabanal Brito- salvó la vida (al menos así lo creía), gracias a la afición poética de militar republicano que, en plena madrugada, le mandó llamas "Yo- decía el poeta- Tomás, soy un cagalutón y creía que aquella noche me iban a pegar cuatro tiros, pero me puso a recitar y hasta ahora."
El olvido mas execrable se ha ceñido sobre la figura de Angel Braulio Ducasse, caído bajo la furia marxista y desnortada. Un leve recuerdo en su pueblo natal, una referencia en la base de datos de alguna biblioteca un por qué que no encuentra ni respuesta ni presencia debida, al menos hasta donde yo he podido llegar. Alguna referencia "global" "a los tres de Guareña" en comunicación leve de congresos, nada más.
Y, sin embargo, recordando el tema de lúgubre memoria, Angel Braulio Ducasse pasó a "hacer guardia junto a los luceros", como Lorca y tantos otros, víctimas de la salvaje España fratricida y "partida por odio en dos".
"El palacio de paja" se deshizo como su recuerdo. Es hora -lejano el horizonte de los odios- de recuperar su memoria y rendirle homenaje, igual que a otros, que la Historia se hace mirando en cuatro direcciones: a la derecha, a la izquierda, al presente y al futuro.

José Rabanal Santander

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