Algún que otro comentario he hecho sobre el temas: diversos particulares del mundo de la cultura y entidades estamos firmando una petición para que Miguel Murillo sea honrado con la medalla de Extremadura, en su próxima edición.
¿Por qué? Sencillamente porque sabe escribir teatro y por muchas cosas más de todos conocidas, dedicación a las candilejas, guardia permanente con el punto de mira en la buena dramaturgia, años y años de trabajo en lo dramático, calidad en sus textos, situaciones lógicas -planteadas y resueltas-, por ese punto de oportuna modernidad.
Al menos es lo que pienso desde aquel lejano día del estreno de su "Reclinatorio", trasto del que decía mi primo Santander de la Croix que "era el mejor mueble para ver la televisión".
Y también lo merece por otra cosa -subjetivismo de uno-, porque nunca le hemos perdido el norte, quedóse en Badajoz y en Badajoz sigue, en primera línea de ese López de Ayala, tradicional, indispensable, romántico y testigo de tanto y tanto de la historia local de Badajoz.
Escribir buen teatro es muy difícil, especialmente ahora que no abundan los grandes cómicos (Ricardo Calvo, Medrano, Emilio Mesejo o el gran Manuel Dicenta), que apechugaban hasta con seis o siete personajes diferentes en la misma obra - a veces bodrios infumables.
En estos tiempos donde impera lo comercial, los parcos decorados, el elenco escaso ( la economía manda, exige), los textos brillantes de su teatro, tostado por el sol de tantos años, merecen ese reconocimiento y nada habría que explicar, nada que añadir a los méritos expresos, tan conocidos por sus paisanos.
Tendríamos la medalla cerca, acuartelada a buen seguro en alguna estancia del López, escuchando el aviso de "segundos fuera", en las candilejas de Chaplin, en su medio natural.
José Rabanal Santander
¿Por qué? Sencillamente porque sabe escribir teatro y por muchas cosas más de todos conocidas, dedicación a las candilejas, guardia permanente con el punto de mira en la buena dramaturgia, años y años de trabajo en lo dramático, calidad en sus textos, situaciones lógicas -planteadas y resueltas-, por ese punto de oportuna modernidad.
Al menos es lo que pienso desde aquel lejano día del estreno de su "Reclinatorio", trasto del que decía mi primo Santander de la Croix que "era el mejor mueble para ver la televisión".
Y también lo merece por otra cosa -subjetivismo de uno-, porque nunca le hemos perdido el norte, quedóse en Badajoz y en Badajoz sigue, en primera línea de ese López de Ayala, tradicional, indispensable, romántico y testigo de tanto y tanto de la historia local de Badajoz.
Escribir buen teatro es muy difícil, especialmente ahora que no abundan los grandes cómicos (Ricardo Calvo, Medrano, Emilio Mesejo o el gran Manuel Dicenta), que apechugaban hasta con seis o siete personajes diferentes en la misma obra - a veces bodrios infumables.
En estos tiempos donde impera lo comercial, los parcos decorados, el elenco escaso ( la economía manda, exige), los textos brillantes de su teatro, tostado por el sol de tantos años, merecen ese reconocimiento y nada habría que explicar, nada que añadir a los méritos expresos, tan conocidos por sus paisanos.
Tendríamos la medalla cerca, acuartelada a buen seguro en alguna estancia del López, escuchando el aviso de "segundos fuera", en las candilejas de Chaplin, en su medio natural.
José Rabanal Santander
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