Conocí a Esteban Sánchez Herrero en Mérida, mi pueblo, allá por el año 1955, Esteban comenzaba a triunfar y yo iba de la mano de mi padre - tenia 6 años y lo recuerdo perfectamente, quizá porque Esteban siguió visitando mi casa - Badajoz/Mérida- cada vez que se acercaba a Extremadura, casi siempre para llevarle a mi padre la primicia de sus grabaciones. Su amistad con mi padre fue fiel a través de los años y sus charlas -siempre de música- eran de mutua admiración. Mi padre admiraba a Esteban como pianista universal, consagrado muy joven y Esteban, le trataba como "maestro de periodistas" y nunca se apeó del tratamiento de D. Tomás, a pesar de lo años y de la amistad.
Esteban, además de genio, era sencillo y muy buena persona; lo mejor que pudo ocurrirle al piano fue encontrarse con Esteban Sánchez Herrero, donde Albéniz tuvo su intérprete más riguroso y apasionado.
Una vez, un pianista le comentó que iba a acometer la interpretación de la Suite Iberia. Esteban contestó: ¿Y ya tienes las veinte manos que hacen falta? porque si tienes dos, ni te arrimes.
En aquellas tardes de charla en Badajoz, Esteban hablaba, siempre con admiración de sus escritores y críticos predilectos, José María Moreira o Enrique Franco, tomaba en cuenta sus consejos -él, que habia recibido los más prestigiosos galardones. Gustaba de dar a su charla y a sus interpretaciones ese "pellizco" popular del que carecen casi todas las grandes partituras clásicas; de ahi que navegara a gusto en las procelosas e intrincadas aguas de un Albeníz, Falla o Turina; por él supimos de su aprendizaje con el mítico Cortot en Francia, aunque siempre guardó el mejor recuerdo para otra de sus grandes maestras, Julia Parodi.
No obstante, en su última etapa, dedicado a la enseñanza aquí en Extremadura , realizando una magnífica labor, me asalta una pequeña duda: ¿Tuvo Esteban el reconocimiento adecuado? y no me refiero al de sus amigos de siempre o admiradores, tampoco al de sus alumnos, que le recuerdan con emoción y respeto (tuve la suerte de ser alumno de Esteban Sánchez, suelen comentar). No, hablo de los círculos y capillitas pueblerinas que forman los que piensan que por desmerecer a otros, merecen ellos más, me refiero a los que dan codazos intencionados para salir en la foto...
Quizá sea hora de recuperación histórica, todo eso es bueno, pero aprendamos a honrar en vida a quienes, después de muertos, solamente son palabras.
José Rabanal Santander
Esteban, además de genio, era sencillo y muy buena persona; lo mejor que pudo ocurrirle al piano fue encontrarse con Esteban Sánchez Herrero, donde Albéniz tuvo su intérprete más riguroso y apasionado.
Una vez, un pianista le comentó que iba a acometer la interpretación de la Suite Iberia. Esteban contestó: ¿Y ya tienes las veinte manos que hacen falta? porque si tienes dos, ni te arrimes.
En aquellas tardes de charla en Badajoz, Esteban hablaba, siempre con admiración de sus escritores y críticos predilectos, José María Moreira o Enrique Franco, tomaba en cuenta sus consejos -él, que habia recibido los más prestigiosos galardones. Gustaba de dar a su charla y a sus interpretaciones ese "pellizco" popular del que carecen casi todas las grandes partituras clásicas; de ahi que navegara a gusto en las procelosas e intrincadas aguas de un Albeníz, Falla o Turina; por él supimos de su aprendizaje con el mítico Cortot en Francia, aunque siempre guardó el mejor recuerdo para otra de sus grandes maestras, Julia Parodi.
No obstante, en su última etapa, dedicado a la enseñanza aquí en Extremadura , realizando una magnífica labor, me asalta una pequeña duda: ¿Tuvo Esteban el reconocimiento adecuado? y no me refiero al de sus amigos de siempre o admiradores, tampoco al de sus alumnos, que le recuerdan con emoción y respeto (tuve la suerte de ser alumno de Esteban Sánchez, suelen comentar). No, hablo de los círculos y capillitas pueblerinas que forman los que piensan que por desmerecer a otros, merecen ellos más, me refiero a los que dan codazos intencionados para salir en la foto...
Quizá sea hora de recuperación histórica, todo eso es bueno, pero aprendamos a honrar en vida a quienes, después de muertos, solamente son palabras.
José Rabanal Santander
No hay comentarios:
Publicar un comentario