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sábado, 31 de enero de 2009

El Orfeón Provincial de Badajoz

Una de los logros más significativos del Orfeón Provincial de Badajoz fue, sin duda alguna, iniciar un camino de acercamiento a la música en Badajoz, sintiendo la tierra y sus cantos como cosa propia. Y el Orfeón de D. Miguel Pascual así lo entendía; pasaron los duros comienzos y vivieron momentos de esplendor y reconocimiento. Muchos músicos - de todos conocidos- comenzaron en el Orfeón, otros además de miembros de la agrupación fueron alumnos de D. Miguel; Emilio González Barroso estudió armonía ycantó en el grupo.
El presidente de la Diputación de Badajoz Murillo de Valdivia dio la salida al conjunto vocal allá por el año 1.947.
En 1.968 -cumplidos los 20 años de existencia- cierto despegue cultural en Badajoz adornó u importante programa de actos en Semana Santa. El pregonero, Rafael Duyós- gran poeta, médico que al final de su vida se hizo sacerdote- contó con el respaldo del Orfeón Provincial y no se sie el encuentro del Orfeón con el poeta tuvo algo que ver con el hecho de que en Agosto de ese mismo año, una de las canciones que llevaron al Certamen de Habaneras de Torrevieja, la habanera "Era una flor" estaba firmada por Duyos como letrista y Jesús Romo, música:
En esos momentos, los badajocenses se pegaron al televisor para admirar la actuación del Orfeón de Badajo en el Certamen Internacional; volvieron a repetir con una actuación grabada en el Castillo de Alburquerque y si buscáramos en la Filmoteca Nacional (Archivos de NODO), seguramente encontraríamos su huella.
Por aquel entonces, el Conservatorio de Badajoz no tenía ni la importancia y medios que hoy dispone, no obstante sus profesores -muchos inolvidables folkloristas- perfectamente integrados en un Badajoz quizá más provinciano- pero indudablemente más cercano a sus raíces; profesores fijos y otros más o menos esporádicos. Recuerdo algunas tardes en las que doña Manolita Arcas y su esposo, a la salida de las cotidianas clases, llegaban a la calle de San Juan para entablar la inocente y provinciana charla de aquellos días, lentos días de una vida en pausa.
Don Miguel Pascual ejercía de excelente relaciones públicas y mantenía bien informados a los periodistas. En cierta ocasión preguntó a mi padre, el periodista y músico Rabanal Brito, su juicio sobre una reciente actuación: "Hombre D. Miguel, a mi me ha dado la impresión de que las sopranos son perseguidas por la partitura" ¿? "Si, dan demasiado volumen a su parte" Pareció D. Miguel ligeramente "mosca", pero al día siguiente la cuerda de las sopranos era una malva y los pianos un primor. Aceptaba las críticas, y rectificaba si era conveniente; su repertorio se acercaba a la gente, por los temas, los arreglos , huyendo de las enrevesadas armonías con las que nos obsequian actualmente , que parecen huir de la sencillez. Quizá la razón de su repertorio estuviera marcada por ese espíritu de zamorano que durante su estancia en el seminario se atrevió a componer una zarzuela sobre la Revolución Mejicana.
Como en el final de la habanera, "de aquella flor quedó el amor"

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