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jueves, 22 de enero de 2009

España, los señoritos y los guardias

Después de este periodo de ausencia de tecleo en el blog, y al filo de la noticia de la semana en Badajoz - el accidente provocado por "nuestro superintendente local- , el Guadiana me trae ecos y recuerdos de una anécdota sucedida al periodista Julio Camba en el Londres de los años '30. Parece ser que alguien comentó en su presencia "que España no avanzaba" o al menos no lo hacía con la misma velocidad que otros países europeos. Camba, quizá inspirado por la modorra del "spleen" británico, contestó secamente: "Mire usted, es que en España pegamos a los guardias"; naturalmente al periodista le fue exigida inmediata contestación. "Quiero decir que, en este momento difícil que atraviesa España, más bien les tenemos poco respeto. No nos asustan porque andan algo bajos de estampa, y nos hemos crecido y por tanto, al no confiar en las instituciones y sus funcionarios, lo que no crece es la sociedad y el estatus del país."
Eso fue lo que dijo Camba de España, un país que "hacía de República" y se movía con cierto desbarajuste.
No obstante, de la cita nos queda el matiz de que la justicia y sus funcionarios, representan algo más dentro de nuestro entorno nacional o local y el viejo dicho "la mujer del César no solo ha de ser honrada sino parecerlo" se ajusta a ello como un guante y, ahondando un poco, la mujer del César se encuentra en un escalón superior de la sociedad donde es recompensada por aguantar el tipo con más largueza que al ujier, el peón caminero o el artista que nos alegra los días grises. Y si este equilibrio se quiebra, se ha de aplicar la ley a todos por igual, sin que se incline la vara del juez favorablemente al lado del poderoso, según el consejo de D. Quijote a Sancho al ser nombrado Gobernador de la ínsula Barataria.
Que el superintendente local, haya provocado un accidente, supuestamente bajo los efectos de ciertos líquidos - alegradores del corazón, como decía el buen Gonzalo de Berceo- es lamentable en todos los sentidos y , a su vez, circunstancia que solo debe ser sancionada por los jueces. El pueblo de Badajoz no tiene derecho a juicios paralelos pero si la facultad de exigir responsabilidad moral a quien corresponda y expresar su opinión de no querer sentirse protegido por quienes se comportan de esa manera y encima les estamos pagando de nuestros bolsillos. No son ni más ni menos que empleados nuestros.
Badajoz es una ciudad que merece lo mejor y al parecer, se acerca el momento de encalar fachadas, al menos esos son los rumores del Guadiana... Las noches son amargas, lentas y llenas de sombras, cuando litros de alcohol cabalgan a lomos de caballos metálicos, mientras los reflejos del jinete se pierden por las praderas celestiales, a la busca del paraíso perdido, cruzando la ciudad desnortados e irresponsables.

José Rabanal Santander

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