La noticia de los versos arrancados de Miguel Hernández por parte de la municipalidad madrileña sólo tiene una finalidad, intencionada y palpable; ni más ni menos, la de la provocación al contrario, el querer enmendar plana a su gusto y medida por esta derecha carca y desnortada con un peso político más volátil que la gaseosa con sifón. Error de bulto, sin duda.
Y la izquierda con aire de progresía, vientos nuevos y consignas como mantras se ha cabreado, con razón.
Hora es de recordar que si la derecha arranca los versos de Hernández, la izquierda tiene muchos versos sueltos relativos al poeta de Orihuela, el mejor de su generación, sacándole -como en el tango de Gardel- una cabeza y más a Alberti, el amigo más falso que pudo tener.
Veamos pues. Miguel Hernández ¿fue comunista, de izquierdas? No hay duda de la cuestión pues estuvo afiliado al PC y en esas filas combatió en el frente de Madrid -cosas que otros muchos no hicieron, parapetados en su aura de "intelectuales violáceos" pero o mucho más que un comunista fanático y sectario, era un hombre del pueblo , maleable y dúctil, quizá marcado por su propia juventud, época en la que siempre vamos buscando distintos acomodos. Miguel Hernández quiso ser periodista y buscó lugar en la Escuela de Periodismo de El Debate de Ángel Herrera Oria; venia pues de un medio tranquilo y religioso y éso se iba a notar a lo largo de su corta vida.
Hernández era comunista, hombre del pueblo que estaba al lado de los problemas sociales y quizá su poema más combativo sea "Vientos del Pueblo". Es un comunista que viene desencantado del comunismo al regresar de la URSS y haber comprobado el fracaso del sistema. Según María Zambrano :" Fue a la vuelta de su viaje grupo a la Unión Soviética cuando en Valencia en las últimas veces que le vi, aparecía vuelto hacia dentro,enmudecido"
Miguel Hernández, en sus orígenes, tuvo una formación católica y jamás desarrolló ninguna acción de proselitismo con ideología alguna. No había leído "El Capital" de Marx, al igual que otros muchos. Alberti era el poeta comunista oficial, el de los encendidos (y ramplones) versos al servicio del comunismo, el que señalaba en "El Mono Azul" a quienes había que sacar "de paseo", mientras Hernández estaba en la trinchera. Ese Alberti que siempre fue una promesa, aquel que descarnadamente definió José Bergamín a la vuelta del exilio:"Les mandamos una joven promesa y nos devuelven una puta vieja"
Más allá de la eterna envidia que Alberti siempre tuvo a Hernández por su hacer literario, se encontraba la postura del que batallaba en el frente y el que se quedaba -con otros- en la retaguardia comiendo bien y bebiendo mejor, mientras Madrid pasaba hambre, circunstancia que propició una fuerte pelea cuando Hernández les lanzó a la cara: "Aquí hay mucho hijo de puta y mucha puta" y fue contestado con un sonoro guantazo que le arreó María Teresa León. Miguel Hernández fue comunista (en ese momento y circunstancia se hallaba en ese bando), pero no era un comunista como ellos y lo sabían. Según Juan Guerrero Zamora : "La filiación de Miguel al comunismo no pasó de eso: de marchamo coyuntural propiciado por la conflagración y en modo alguno por unas convicciones que le hubieran exigido el soporte de lo que, en su precaria cultura autodidacta ... ni llegó a entrever : la filosofía marxista. Su fé política fue la del carbonero."
La Pasionaria, Irene Falcón y los Alberti salen de Madrid con rumbo a Alicante y dejan tirado a Miguel Hernández, a merced del General Casado que viene deteniendo comunistas: Es más en la lista de asilados en la Embajada de Chile ni figura el nombre del poeta. Se excusaron diciendo que Miguel se negó, pero es más cierto que le recalcaron que su nombre, bien conocido y popular haría más mal que bien a los demás y le abandonaron a su suerte.
Años después en el libro de María Teresa León "Memoria de la Melancolía ", al parecer la melancolía le nubla la memoria y afirma que Miguel respondió que no se asilaba, que se iba al frente a luchar. ¿Qué frente? la guerra estaba perdida y Casado venía haciendo limpieza general.
Cuando vencido el tiempo, Alberti lee aquellos poemas ante la tumba de Hernández, poemas que sonaban a falsa moneda, empieza la utilización de su nombre y fama para limpiar los capítulos negros de la izquierda. Igual hizo Franco con José Antonio.
Estos "versos sueltos", que siempre oculta la izquierda en su histórica desmemoria, deben airearse, que los caminos se limpian reconociendo los errores propios y no las vigas del ojo ajeno.
Lo que pasó con Hernández es de todos conocidos y triste su final inmerecido pero de la pena de muerte le libraron José María de Cossio y sus amigos, falangistas y franquistas.
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