LAS TRES DETENCIONES DEL PERIODISTA TOMÁS RABANAL BRITO
Mi padre, Tomás Rabanal Brito (1908- 1994), era esencialmente periodista, a pesar de haber cursado la carrera de Magisterio, con once años de ejercicio en Montijo y Don Benito, fue periodista en todas sus vertientes: prensa, radio, fundador de periódicos. Sus inicios y primeras crónicas en "El Correo Extremeño", enviadas desde su pueblo Guareña durante los años 20 del pasado siglo.
Quizá fue de los primeros extremeños en cursar los Estudios de Periodismo en la Escuela Oficial, estancia en Madrid que le proporcionó la oportunidad de colaborar en los principales periódicos nacionales.
Dejando a un lado los datos profesionales, quisiera centrarme en tres hechos de su vida profesional que le llevaron a "visitar" la cárcel, hechos que hoy pudieran parecer anecdóticos, pero que, en su tiempo, sin lugar a duda, no carecían de importancia.
Aunque todo está perfectamente documentado, voy a ir a lo concreto. La primera detención tuvo lugar en periodo de "pre guerra civil". Un aristócrata exteremeño, Miguel Torres y González de Laguna Mayoralgo y Rodriguez de León, Marqués de Torres Cabrera y Conde consorte de Campo Espina, había rescatado y apoyado un semanario, "La Fé" órgano carlista y difusor del Tradicionalismo Español , publicación que después de pasar por varias fases y editores, estaba en decadencia , siempre dentro de la más pura Comunión Carlista Española.
Era un semanario que, además de apoyo económico, necesitaba difusión, publicidad, en resumen volver a ponerlo en circulación. Rabanal Brito fue su director, desde el primer número hasta su cierre.
Como parte de la campaña de aquel "marketing", tuvieron la idea de poner como mascotas a dos pavos, ataviados con la típica boina roja carlista y viajar con los animales por varias capitales españoles.
En tal idea se embarcaron, Rabanal Brito , Miguel Torres (hijo del Conde de Campo Espina ) y un tercer personaje cuyo nombre desconocemos.
Todo discurría con normalidad pero al llegar a Madrid, en plena efervescencia republicana, mientras tomaban café en una terraza y los pavos se lucían en la concurrida acera, se presentó la policía y animales y periodistas acabaron en el furgón, camino de la Dirección General de Seguridad donde, después de los trámites precisos, fueron encerrados en los calabozos preventivos, hasta que pudieran ser puestos a disposición judicial. Cerraron con llave y se llevaron la documentación, sin más explicaciones. Al cabo de unas horas volvió un guardia que preguntó expresamente por "Tomás Rabanal Brito" que, con el consiguiente miedo en el cuerpo (los tiempos políticos que corría no eran como para batir palmas), fue conducido por interminables pasillos a presencia del Director General.
"Hombre , Don Tomás" exclamó el Jefe de la Policia . "¿Me conoce"? contestó con asombro. "Pues sí, de pluma solamente, ¿sabe vd.? Soy aficionado a todo lo que se publica por ahí. Además, frecuento alguna que otra tertulia y he leido sus cosas, además de "La Fé". ¿Cómo se les ha ocurrido venir con los pavos a Madrid, al Paseo de la Castellana? ; a partir de ahí la charla giró en torno a periódicos, escritores y plumillas.
"Un par de días se van a tener que quedar aquí" Es que el hijo del conde se puso gallo con un guardia.., Lo arreglaré rápido" . Esa noche y dias siguientes, cenaron todos con menú del Hotel Ritz , a cuenta de Miguel Torres. Por supuesto se deshicieron de los pavos y sus boinas.
La segunda detención no fue tan inocente. Mérida estaba en los primeros días de guerra civil y las detenciones y fusilamientos por parte de los milicianos a la orden del día y mi padre fue detenido.
Resultó que en el lugar donde iba a ser encerrado se encontraba repleto de presos . La solución de aquellos mandos "desmandados" fue ordenar que le encerraran en el balcón de su propia casa, en posición siempre a la vista de un miliciano con fusil, apostado en la calle. Así fue.
Durante un tiempo que no puedo precisar "vivió" prácticamente en el balcón, vigilado por el miliciano, al calor de aquel triste verano de 1936.
Un personaje extraño se suma al cuadro. De repente apareció un ciego andrajoso que pedía limosna, tocando un aristón. Cosa rara, pues en una calle habitada por un individuo armado custodiando a un preso en el balcón, no creo que hiciera negocio.
Un día, poco antes de la toma de Mérida por los nacionales, el miliciano desapareció. No obstante Rabanal Brito, no se movió de su sitio, no dejó el balcón hasta que un uniformado capitán de legionarios, llamó a la puerta de la casa para comunicarle que quedaba libre. Al despedirse le preguntó si no le había reconocido. " Yo soy el ciego que tocaba el aristón estos días. Soy capitán del Servicio de Inteligencia"
La tercera detención es el cromo que faltaba en el álbum. Le habían detenido los republicanos, después los "rojos" . La tercera fue a cuenta de los nacionales.
Fin de la contienda. La genta pasaba hambre. Los alimentos se distribuían por medio de cartillas de racionamiento y maquileras. El mercado negro y el estraperlo comenzó en Mérida y Rabanal Brito promovió campañas de denuncias a políticos de la derecha y compinches; así que pasó por el "maco" otra vez, a cuenta de las derechas, que ya estaban bien torcidas. Y la cosa fue más dura dura, sin ribetes graciosos de comedia. Ya le habían cerrado el semanario "Falange" y otros los propios falangistas. En aquel tiempo, su pluma no se casaba con nadie.
Creo que estos hechos les parecerán insólitos a quienes le trataron en tiempos posteriores.
Creo que estos hechos les parecerán insólitos a quienes le trataron en tiempos posteriores.
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