NOTICIAS DE UN INGLÉS EN EL ALEMTEJO
Viaje de George Borrow en 1835
INTRODUCCIÓN
La finalidad
del presente trabajo no es otra sino aproximar la figura de George Borrow,
singular personaje que viajó por tierras de Portugal y España en 1835,
dejándonos un valioso testimonio de las tierras fronterizas , no solamente en
lo relativo al viaje , sino adentrándose en aspectos sociológicos, religiosos,
geográficos o literarios.
Borrow, a
nivel popular, no es muy conocido en
España. Sin embargo, sus obras han servido para documentar la mayoría de los
estudios antropológicos realizados en
nuestro país, tomando como punto de referencia su profundo viaje por la
península.
Cuando Borrow
comienza su viaje en Portugal[1] y se
adentra en tierras Alentejanas y
Extremeñas, observa minuciosamente cualquier detalle: Pueblos, paisajes,
ventas, hosterías... al mismo tiempo, procura analizar el sentir y las
circunstancias de los habitantes de esta
zona y, al final, casi siempre termina integrándose con las gentes que encuentra,
aristócratas, campesinos o bandidos.
Borrow es
aventurero, pero con una sólida formación en las más diversas materias. Su
estilo literario es claro, directo, objetivo y ameno: las palabras justas en la
cantidad adecuada de líneas .
“La Biblia en España” (The Bible in Spain),
obra que vamos a seguir en este trabajo, dedica solamente algo más de dos
capítulos a Portugal, concretamente al Alemtejo y a la frontera con
Extremadura. Sin embargo, construye un estudio espléndido de la zona en los
aspectos anteriormente citados.
“La Biblia en España” fue traducida por
Manuel Azaña que la tenía en gran estima, considerándola una obra maestra.
Nosotros hemos
utilizado el original inglés, en un intento de llegar directamente al
pensamiento del autor, ejercicio de comunicación que ignoro si habremos
conseguido.
EL VIAJERO
George Borrow
nació en 1.803 en East Dereham (Inglaterra).
Debido a la profesión de su padre (militar), pasó su infancia en diversas
localidades de Escocia, circunstancia que pudo influir en su afición a los viajes y aventuras, poseer una mente abierta y un carácter decidido.
En el año
1.810, George Borrow conoció a un gitano
llamado Ambrosio Smith, personaje que marcaría la vida Borrow, jurándose
amistad perpetua, asimilando de tal forma las costumbres gitanas que, en 1.818,
encontramos a Borrow en un campamento de
gitanos, aprendiendo, de manera perfecta
la lengua romaní. Esa es otra de las facetas de Borrow, pues se trata de una persona
extraordinariamente dotada para los idiomas y llego a dominar galés, danés,
hebreo, árabe, armenio, español, francés, manejándose bastante bien en francés
y ruso y, por lo que se desprende de algunos pasajes de su obra, debería
conocer algunas más que no alcanzamos a saber.
Sus lecturas
preferidas indican gusto por el
nomadismo: “Gil Blas de Santillana”,
de Lesage, “El Peregrino” de Bunyan y “Robinson Crusoe” de Daniel Defoe.
A la muerte de
su padre, con 21 años y la esperanza de
publicar sus trabajos de traducción literaria, marcha a Londres. La realidad es
hostil y sufre una profunda crisis espiritual; recurre a la ayuda de su amigo
Ambrosio Smith y marcha a vivir con los
gitanos, poniendo herraduras a los caballos para ganarse la vida. En esta
etapa, a lomos de una cabalgadura, recorre
Inglaterra en busca de aventuras, igual que los pícaros de sus lecturas
predilectas.
Quizá la
experiencia no fue del todo positiva ya que una gitana, quizá por causa de una
querencia no correspondida, le envenenó con un pastel, salvando la vida de
milagro.
1.833 va a ser
el año del gran cambio en la vida de Borrow, cuando alentado por un pastor de
la iglesia, que conocía sus dotes para los idiomas, solicita empleo en la “Sociedad Bíblica Británica y Extranjera”
(The Bible Society) y después de dos intentos, el comité responsable de la
selección consideró oportuno concederle el puesto.
El objetivo de
la Sociedad era distribuir y dar a conocer la Biblia en diferentes países y, el
primer destino de Borrow fue Rusia, donde visitó el campamento de gitanos de
María Roetzer[2], con el fin de hablarles
de Jesucristo y la Biblia, además y colaborar en una traducción del texto bíblico al manchú,
diversas homilías de la Iglesia Anglicana al ruso y dos colecciones de poesía
inglesa.
En octubre de
1.835 regresa a Inglaterra y la Sociedad Bíblica le envía a Lisboa , con el propósito de
introducir la Biblia en Portugal. De todas maneras, la estancia en Portugal es
corta pues Borrow decide entrar en España, precisando los permisos de Londres y
del Gobierno Español para imprimir y distribuir la Biblia en castellano y sin
notas[3].
Tiene que volver a Londres y regresa a España, vía Portugal para establecerse
en Madrid, abriendo un despacho en la popular calle del Príncipe. Durante estos
años (su estancia se alarga casi hasta
1.840), Borrow manda imprimir el Nuevo Testamento del Padre Scio, descargado de
notas y el Evangelio de Lucas al caló. Ahí comenzaron sus problemas y, en
1.838, después de publicar el citado Evangelio, el Jefe Político de Madrid,
Francisco Gambor, secuestró sus obras, le mandó encarcelar, por desacato a la
autoridad y por vender libros impresos fuera del reino, aunque la verdadera
razón fue la publicación del Evangelio en caló y su distribución entre los
gitanos.
Gracias a la
intervención del embajador británico en España, “Don Jorgito”[4] (así
se le conocía popularmente en Madrid), pudo salir de la cárcel.
Borrow
escribe: “En Badajoz, capital de Extremadura, fue donde, por primera vez me
encontré con los síngularísimos “Zincali” o gitanos españoles. Allí fue donde
encontré al indómito Paco, hombre que tenía un brazo seco y manejaba las cachas
con la mano izquierda; a su mujer, Antonia, diestra en “buró” o engaño maestro,
a su suegro el feroz gitano, Antonio López, y a otros muchos individuos del
errate, o sangre gitana. poco menos notables que éstos.“[5]
Además de sus
correrías y viajes por la península durante los cuatro años que permaneció en
ella, Borrow, dio a la imprenta numerosas obras que, a pesar de su mensaje
evangelizador, poseen un gran valor documental, son amenas y escritas con un
estilo elegante.
“La Biblia en
España” retrata la España oficial y
popular de aquel tiempo, reaccionaria y clerical la primera, castiza y
espontánea la segunda.
En su aspecto
físico, Borrow era alto y flaco, de rostro ovalado y tez color de aceituna,
nariz no muy larga y encorvada, la boca definida y los ojos pardos, la cabeza
precozmente blanca , cejas pobladas, que proporcionaban al conjunto aspecto decidido[6].
En 1.840,
Borrow regresa a Inglaterra donde contrae matrimonio y publica varios libros.
Murió en Oulton a la edad de 78 años.
Queden ahí
estos pocos datos biográficos para un mejor acercamiento del personaje pero,
principiando este particular viaje al Alemtejo, se impone una pregunta: ¿Cómo
trata Borrow al país y sus gentes?. Juzgue el lector al terminar nuestro
trabajo, pero no tememos equivocarnos al
decir que lo hace con justicia y, la mayor parte de las veces, con
cariño; por el contrario, otro viajero anterior, M Breton,[7] que
atravesara el Alemtejo en 1.815, describe a sus gentes de una manera
despiadada, demostrando distanciamiento y prepotencia: “..... A los aldeanos les gusta
la vida muelle, pero poseen un gusto detestable por el lujo. Les gusta cambiar
de vestido y compran a los españoles
piezas de seda, circunstancia que hace salir de la provincia una enorme
cantidad de divisas. Como resultado, los pobres no encuentran trabajo y quedan
reducidos a enrolarse o mendigar....” “....Aquí los mendigos son de una
desvergüenza inconcebible. Se reúnen en bandas de ochenta o cien, yendo a todas
las bodas y bautizos, sin que nadie se atreva a echarlos. Los granjeros
acaudalados les reparten comida, ya sea por una mala interpretación de la
caridad o por vanidad. Otros les admiten por temor, ya que a veces, estos
miserables queman los campos de trigo de aquellos que no han querido darles
limosna.”
M. Breton
utiliza también duro y exagerado
criterio cuando critica a los españoles.
George Borrow
se comporta como un periodista, alto exponente de la literatura de viajes,
objetivo y analista. El carácter
evangelizador de la “Biblia en España” es un elemento más de la obra. Borrow no
deja que los diversos elementos que la conforman se confundan y difuminen. Todo está separado; de ahí que
se convierta en un instrumento valioso
para antropólogos, historiadores o expertos en religión y creencias.
Borrow es un
escritor de viajes que se diferencia enormemente de algunos predecesores que
hicieron la misma ruta en la segunda mitad del siglo XVIII, como Joseph Baretti[8] o
Alexandre Louis Pingré[9],
exactamente en 1.760 y 1.761, respectivamente. Éste último nos ofrece en
su obra una sencilla descripción del
Alemtejo: “.... Los geógrafos representan a Portugal como un país fértil.
Según ellos, la provincia del Alemtejo es muy abundante en trigo. He atravesado
el Alemtejo en toda su extensión: Se trata de una región bastante desnuda, poco
poblada, allí los caminos son trabajados y las tierras cultivadas por la propia
naturaleza, el terreno, arenoso es capaz de producir madera..... “ “..... Hay
pocos árboles. Me he tropezado con algunos pinos y unos pocos olivos. Las piedras que he
recogido de los caminos son todas de mármol. En las cercanías de los lugares
habitados, hay campos cultivados, pero los sitios poblados son escasos.
Excepción constituyen los alrededores de Elvas, bien cuidados y que, efectivamente, parecen merecer esa atención.....”
En cuanto a la
situación política y social del Alemtejo en 1.835, el mismo Borrow la hace
aflorar con sus comparaciones y juicios y,
durante todo el viaje, se reflejan las luchas por el trono de Portugal.
En ocasiones, Borrow se adentra en el tema
demostrando ser un viajero con
profundos conocimientos del país que visita.
GEORGE BORROW EN EL ALEMTEJO
JORNADA I
Viajar, en 1.835 tenía un
carácter que en nada se asemeja a los viajes de nuestros días, cosa
sobradamente conocida por los aficionados a la literatura viajes. Al mismo
tiempo, creemos indispensable resaltar, que nuestros viajes “normalizados” y
habituales, prácticamente están
desprovistos del riesgo y la incertidumbre que en esa época entrañaban.
Además, los medios de locomoción (en los mejores casos, diligencia o silla de
postas y, más frecuentemente a lomos de mulas por caminos desconocidos,
dependiendo de guías lugareños), condicionaban
el viaje en si mismo y facilitaban la integración del viajero en el
lugar que recorría. Y sobre todo, el tiempo empleado. Tiempo para hacer amigos
y enemigos, escribir, pensar y aprender el idioma; observar y dejarse llevar
por otras noches y otros cielos.
Así comienza su comienza George Borrow su
viaje al Alemtejo una tarde del 6 de Diciembre
de 1.835. Una tierra “ ... Más allá del Tajo. Esta provincia no
es tan bonita o pintoresca como otras de Portugal; existen unas pocas colinas y montañas.....
bosques de pinos infestados de bandidos. La población principal es Evora, una de
las más antiguas de Portugal, y en su origen, asentamiento de un brazo de la Inquisición, todavía más
cruel y terrible que la de Lisboa. Evora
se encuentra aproximadamente a sesenta millas de Lisboa y hacia allí
determiné encaminarme con veinte Testamentos y dos Biblias ....”
La
tarde que Borrow decide emprender su viaje al Alemtejo, es desapacible y
ventosa. No obstante se encamina al muelle de Lisboa, desde donde parte la
línea regular de pasaje, que cruza el Tajo hasta Aldea Gallega [10]. El
servicio regular está servido por embarcaciones tipo falúa, que ofrecen una
relativa seguridad en viajes con mal tiempo. Una vez allí, Borrow comprueba el
horario y se da cuenta de que en este tipo de barco alcanzaría Aldea Gallega
demasiado tarde, probablemente a las doce de la noche; así que decide alquilar
una de las pequeñas embarcaciones que atracan en las orillas.
“.....
La tarde no era muy apropiada. El sol estaba cercano a su ocaso, el aire muy
frío. Se estaba levantando viento, y las olas del noble Tajo se cubrían de
espuma. Le pregunté al marinero si el barco podría desplegar la vela con este tiempo tan malo. Sonriendo me
respondió de manera incoherente. Tenía la pronunciación más endiabladamente
rápida que he visto en mi vida, así que no había medio de conocer su
opinión...... Comenzó a canturrear “Eu que sou contrabandista” (Yo que soy
contrabandista) y sonriendo, me propinó una palmada en el hombro que a
poco me hace caer si no me sujeta....”
Comienza
entonces un terrible viaje a través del Tajo. El viento crecía incesantemente,
la barca se bamboleaba y aumentaba la
oscuridad, el agua entraba por ambos lados y a raudales; Borrow sentía
encogérsele el animo, Sin embargo, entre el fragor del temporal, el marinero
seguía con su canturreo, esta vez el aire Miguelista “Quando el Rey chegou”. Entonarlo en Lisboa es causa suficiente
para que te encarcelen[11].
Con
el viento en contra, navegando peligrosamente y completamente empapado,
consiguen atracar en Aldea Gallega, aproximadamente a las siete de la tarde,
presentando el más deplorable de los aspectos: “..... Aldeia Gallega es una población que tiene aproximadamente
cuatro mil habitantes. Estaba bastante oscuro cuando llegamos, repentinamente
empezaron a volar cohetes, en todas direcciones, iluminando la escena. Mientras
recorríamos la calle sin pavimentar y sucia que nos conducía hasta el Largo, o
plaza donde se encontraba nuestro hospedaje, un horrible estruendo de tambores
y voces atronaron nuestros oídos. Al preguntar por la causa de este barullo,
nos comentaron que se estaba celebrando la Pascua de la Concepción de la
Virgen.”
No era costumbre tener comida de reserva para
huéspedes en la fonda, así que Borrow, encarga le traigan algo para la cena,
consiguiendo le preparen un discreto refrigerio, por el que tuvo que pagar la
suma de tres coronas.
Alquila caballería y arriero para partir hacia Evora
y se dispone a dormir en la misma habitación que su criado, ya que es la única
vacante en el establecimiento, pero parece ser que no pudo dormir mucho aquella
noche: Su habitación estaba situada encima de la cuadra y el ruido que hacían
los animales (mulas, asnos) era constante[12]. El
sonido de las campanas del reloj de la iglesias
tuvo desvelado a Borrow hasta las
cuatro de la mañana, momento en el que decidieron vestirse y preparar la
partida.
Borrow, ya dispuesto para la marcha hasta Evora, se
reúne con el arriero y su ayudante, un
joven que va descalzo. El arriero, huesudo y
de aire fatigado, es el propietario de las caballerías y se ha comprometido conducirlos hasta Evora, junto con el
mozalbete, que resulta se su nieto.
El sol estaba en lo alto cuando se ponen en marcha y
pronto “.... nos adentramos en un camino arenoso, hasta llegar a un
edificio de extraña apariencia, edificado sobre un montículo de arena. Pronto
fuimos alcanzados por cinco seis
jinetes, a paso rápido, portando cada
uno de ellos un mosquete.... Al
preguntar la razón de esta indumentaria guerrera al arriero, me respondió que
los caminos eran malos (infestados de ladrones) y era preciso armarse para
la
defensa....”
Continúan en dirección
a Palmella, adentrándose en un frondoso bosque de pinos, donde el camino
se estrecha, apenas lo suficientemente ancho para recorrerlo a pie. Aunque el
sol brilla, el día es brumoso y frío. Borrow intenta entablar conversación con
el arriero, pero parece que el hombre solo tiene un tema: Los bandidos y las
atrocidades que tienen por costumbre cometer allá donde pasan.
Tardan aproximadamente hora y media en salir del bosque y
penetran en un terreno salvaje, quebrado, cubierto de matojos. Las mulas se
detienen a beber en una charca. A la derecha, una pared en ruinas. Estos restos
constituyen las ruinas de Venda Velhas[13] (La Venta Vieja),
que sirvieron de refugio al bandolero Sabocha. Dieciséis años antes, el bandido
había asolado la zona con sus robos y atrocidades sin cuento. La vieja posada
le servía de refugio , lugar en el que se reunía con su banda.
Mucho tiempo ejerció su dominio el feroz criminal.
Demasiados viajeros asesinados en los
bosques y la charca utilizada para abrevar sus caballos y lavar la sangre de
sus víctimas. El bandolero iba siempre acompañado de su hermano, individuo de
colosales dimensiones que acostumbraba a dirimir a navajazos sus pendencias. La
banda fue aniquilada en las proximidades de Coimbra, en encuentro con la
patrulla y su refugio arrasado por orden del Gobernador[14].
“ .... Bajé del
caballo y me aproximé al lugar y pude apreciar
restos de fuego y una botella rota. Las Cenizas eran muy antiguas. Deposité en aquel sitio un Nuevo Testamento y
me alejé....”
Borrow y sus compañeros retoman el viaje. Se acerca la
noche y a sus espaldas resuenan cascos de caballerías acercándose. El
grupo iba acompañado por dos soldados.
El jinete que encabezaba el grupo llegó
a la altura de Borrow y le preguntó quién era y si hablaba portugués. Borrow
contestó que lo entendía, pero prefería hablar en Francés o Italiano. El
caballero le contestó en Inglés y, según
Borrow, en el mejor inglés que jamás había oído hablar a un extranjero.
Continuaron hablando hasta que llegaron a Pegoens, una población que se reduce a
dos o tres casas y una fonda, además de
un barracón donde permanecen acuartelados media docena de soldados. En palabras
de Borrow, “... No existe en todo Portugal establecimiento de peor reputación, la
fonda es conocida como “Estalagem de Ladroes” (“Posada de los Ladrones”), ya
que es aquí donde los bandidos de los bosques, que se extienden a ambos lados
leguas y leguas, tienen la costumbre de venir a gastar el dinero fruto
de sus robos y crímenes. Aquí cantan, bailan, comen conejo asado con aceitunas
y beben el pastoso y fuerte vino del
Alemtejo. Un enorme fuego alimentado por tueros de alcornoque, arde en
una chimenea situada a mano izquierda de
la entrada de una cocina espaciosa. Cerca, varias jarras que desprenden un olor
nada desagradable y que me recuerdan que
no he comido y cabalgado cinco leguas.
Varios hombres de aspecto, que si no eran bandidos bien lo parecían, estaban
sentados cerca del fuego. Entablé una conversación sin importancia y me
contestaron con presteza y educación. Uno de ellos me dijo que sabía leer, así
que le regalé una de los panfletos que
llevaba....”[15]
Hasta aquí la descripción que Borrow hace de la
Venta de Pegoens. Otro viajero, anterior en el tiempo, Alexandre Louis Pingré,
que recorrió Portugal en 1.761, a su paso por el mismo lugar, escribe estas
líneas : “.... El día 28 cenamos en la
Venda de Pegoens. Venda en portugués y
venta en español. La Venta de los
Pegoens está compuesta por uno o dos edificios como máximo. Es aquí donde
termina la Extremadura portuguesa y comienza el Alemtejo, palabra que significa
“más allá del Tajo”, y esta provincia está situada realmente más allá del Tajo,
con relación a Lisboa.....”[16]
Desde que Pingré pasó por Pegoens hasta la llegada de
Borrow, ha transcurrido más de un siglo y no ha cambiado nada: Poco más de dos
casas.
Durante la cena, Borrow conversa con su nuevo amigo que
resulta ser Don Jerónimo Joze D’Azveto, Secretario del Gobernador de Evora y su
hermano, pertenecía al Regimiento de Húsares establecido en Evora, que también
hablaba inglés, como el del Sr. D’Azveto.
El menú de la cena tiene
al conejo de protagonista, animal
que abunda en estos montes: “.... Tomamos uno frito, que estaba
delicioso, después, otro asado, servido
entero en un plato; el hostelero,
habiéndose lavado previamente las manos, procedió a cortarlo en trozos,
rociando la piezas con una salsa dulce. Comí en cantidad de los dos,
especialmente del último, quizá, por la particular forma en que fue servido.
Excelentes higos del Algarves, y manzanas remataron nuestra colación, que tuvo
lugar en una pequeña estancia de suelo fangoso....[17]
Don Jerónimo D’Azveto, ocasional compañero de viaje de
Borrow, se había educado en Inglaterra, país en el que pasó su adolescencia, donde tuvo la oportunidad de
aprender la lengua inglesa con tanta perfección. Regresó a Portugal poco
después de la usurpación del trono por D. Miguel y, por esa razón, marchó a
Brasil, donde se puso al servicio de D. Pedro, acompañándole en la expedición,
que terminó con el derrocamiento del usurpador y establecimiento del gobierno constitucional en Portugal[18].
Casi a las dos de la tarde,
emprenden de nuevo el viaje, adentrándose en un paisaje muy parecido al que acababan de atravesar: terreno rugoso y quebrado,
salpicado de pinares, con un sol que brilla generoso en una tarde mucho más que
agradable. Divisan un castillo emplazado en una extremidad de Vendas Novas[19]. A pesar de que
se encuentran a algo más de una legua,
la claridad de la atmósfera portuguesa,le hace parecer más cercano: “...
Antes de dejarlo a nuestras espaldas, pasamos ante una cruz de piedra, que se
levantaba sobre un pedestal, con una inscripción que recordaba el horrible asesinato de un nativo de Lisboa, ocurrido en
aquel lugar; parecía antiguo , y se encontraba cubierto de musgo; la mayor
parte de la inscripción era ilegible, al menos para mí, que no quería perder
mucho tiempo descifrándola.”
Cruces en los caminos o cualquier monumento de
recuerdos luctuosos, es una costumbre relativamente conservada en Portugal y
España. En 1.835, encontrar estas
señales de “aviso a caminantes”, eran mucho más frecuente. A veces, encogía el
“ánima” del viajero curioso.
El paso de Borrow y de otros viajeros anteriores (
Baretti, Pingré, el diplomático Bourgoing, etc.) por estos parajes del
Alemtejo, sorprende a los habitantes de la provincia, acostumbrados a un
trasiego de aldeanos, contrabandistas y labriegos, conformando una clase social
de escasos recursos y menos formación. Un inglés distribuyendo Biblias y
haciendo apostolado ( Borrow), un ilustrado del circulo de Samuel Jonson
(Baretti), un marino de alta graduación que regresa de un viaje a las Islas
Maldivas (Pingré) o un diplomático (M. Bourgoing), constituyen necesariamente
un clase privilegiada para estas gentes que los consideran “enormemente ricos”
y, relativamente, lo son.
En tiempos de la Ilustración, las nobles familias
europeas realizaban “el Gran Viaje”, enviando a sus hijos a un “tour”, que
indefectiblemente comprendía Italia, Francia, Portugal y España.
Siguiendo el relato de nuestros viajeros, a buena
hora de la tarde, llegan a Vendas Novas,
Borrow y su amigo D’Azveto se dirigen hacia el castillo, que a Borrow le parece
magnífico, sobre todo por las dimensiones de sus cocinas “.... con capacidad suficiente para dar de
comer a todos los habitantes del Alemtejo ...”.
Vuelven a la Hostería y una de las preocupaciones de
Borrow (el confort en el alojamiento), queda pronto despejada : “....
Pasé la noche con gran comodidad, lejos de esas posadas ruidosas que tiene
Portugal, en una cama limpia, y a la mañana siguiente, a las seis, marchamos para Evora, que se encuentra a diez
leguas de Vendas Novas, con la esperanza de llegar antes del crepúsculo.”
JORNADA III
Salieron sin novedad a la hora prevista. El sol calentaba
tanto que Borrow tuvo que
descabalgar y caminar por una desollada
planicie, hasta llegar a un conjunto de casas, que se levantaban justo donde el
paisaje comenzaba a cambiar de aspecto. En una de esos antiguos edificios, los
comisionados de D. Pedro y D. Miguel se
reunieron llegaron al acuerdo por el que D. Miguel renunciaba al trono de
Portugal a favor de Doña María. El Alemtejo era el último reducto de D. Miguel
y sus tierras, el escenario de sus postreras batallas.
En ese lugar, que sorprende por su pobre aspecto y asombra
por su importancia histórica, Borrow encuentra en sus habitantes cierto interés
por sus prédicas, repartiendo algunas
Biblias y Testamentos, de las que lleva buena provisión.
“... El paisaje comienza a mejorar; las tierras salvajes quedan atrás;
contemplamos cañadas y colinas, alcornoques y encinas, que producen un fruto
dulce llamado bellota, que constituye el principal alimento de los numerosos
cerdos del Alemtejo. Hermosos cerdos, de patas cortas y grueso cuerpo, de color
negro o rojo oscuro, cuya excelente carne he podido probar a lo largo de mi deambular por la provincia;
el lomo a la parrilla o sobre ascuas, es delicioso, especialmente acompañado de
aceitunas.”
Avanza la mañana y el grupo de viajeros alcanza a divisar
la ciudad de Monte Moro (así es el nombre que utiliza Borrow) y su fortaleza, que recuerda sin duda alguna
que se encuentran ante un enclave de los moros con su fortaleza elevada como
emblema de su pasado histórico. Aquel lector avisado de literatura viajera, se
dará cuenta que la mayoría de los viajeros europeos del Siglo XVIII y
posteriores como los anteriormente citados más Richard Ford,[20]
Laborde[21],
Ponz o José de Viú, al describir sus itinerarios por tierras de España y
Portugal, achacan todo lo bueno a Romanos y Árabes y, lo negativo “a las
peculiaridades del carácter de españoles y portugueses”. Solamente Borrow pasa
revista, meticuloso como un antropólogo de nueva generación,casi nunca toma
partido ni establece comparaciones entre los dos pueblos.
“.... En tiempos fue fortaleza de los moros; se levanta sobre una
colina, en la cima y a los lados se conservan murallas y atalayas ruinosas. En
el lado oriental hay un valle, por el que discurren arroyuelos, salvados por un
puente de piedra; más allá un vado, que atravesamos para alcanzar la ciudad,
que comienza próxima a su extremo norte....... “ “..... La ciudad es algo más que pintoresca, y muchas
de las casas son antiguas, construidas a la manera árabe. Tenía interés en
visitar los vestigios que los moros dejaron en lo alto de esta montaña, pero el
tiempo apremiaba, y el poco tiempo que
íbamos a permanecer en esta ciudad, no
me permitió satisfacer mi curiosidad.....” “... Monte Moro es la cabecera de
esta fila de montañas que atraviesan el Alemtejo, y desde aquí se curva en
forma de horquilla en dirección sudeste,
hacia el camino principal que conduce a Elvas , Badajoz. y Madrid, y por el otro
extremo, hasta Evora.
Instrucciones precisas, que bien pudieran servir de
orientación a otros viajeros. Borrow consigna con precisión cada lugar, así
como las distancias ( en leguas precisas) sin olvidar los apuntes rápidos sobre
tipos y paisajes que encuentra en su camino.
Pingré, el viajero que precede a Borrow en esta ruta, nos
proporciona una visión parecida, aunque
menos literaria del enclave, usando un
estilo acorde con su condición de marino: “.... Después de cuatro leguas de camino,
llegamos a Montemor-o- novo. Se trata de una ciudad pequeña bastante poblada.
En tiempos de los Moros fue plaza de armas. Sobre la cima de la montaña todavía
pueden observarse considerables restos del castillo que la defendía: la antigua
villa o ciudad se levanta sobre la ladera de la montaña, sus murallas, al igual
que el castillo, parecen ruinosas; no he tenido tiempo de subir. Cenamos en el
barrio[22] situado al pie de la montaña, muy abundante en
comunidades religiosas. En la ciudad hay cuatro parroquias. Me he cerciorado de
que la puebaln unos 2.000 habitantes. Esta localidad es patria de San Juan de
Dios. En el barrio enseñan su casa, donde tambiénse conserva un convento de su orden....”
JORNADA IV
A la vista de Borrow, Evora se presenta como una ciudad
pequeña, amurallada, pero que no podría resistir el asedio de un día, debido a
su deficiente fortificación[24].
Evora tiene acceso por cinco puertas, constituyendo
la del suroeste el principal paseo de su habitantes y donde tiene lugar
la Feria de San Juan, celebrada al mismo tiempo que las Fiestas Mayores de
Badajoz. Dos grandes edificios, la Sede o Catedral, y el Convento de San
Francisco, situado en la misma plaza donde se ubica la posada de Borrow. “....
Las casas, por regla general son muy antiguas, y muchas de ellas, desocupadas.
Con una población de cinco mil habitantes, me hizo reflexionar sobre la
desproporción entre su tamaño y el
número de habitantes....”
Tropieza Borrow durante este primer paseo, con un gran
establo, desde donde se divisa una
cadena de montañas llamada Serra Dorso
“...
particularmente hermosa y que posee una importante reserva de lobos y otro animales salvajes. En
la otra punta de la cordillera, Extremos.... “[25]
Durante el día siguiente, Borrow se entretiene en conocer
la ciudad y sus alrededores, charlando con los tenderos y la gente que se
encuentra por la calle. Todos son constitucionalistas o, al menos, pretenden serlo.
Borrow lleva en su bolsillo una carta de presentación para un librero que tiene su tienda en la
plaza. Le proporciona una cierta cantidad
de Biblias, regresa a la posada y toma asiento en un tronco, junto a la
chimenea, situada en el espacio común del establecimiento.
“.... Dos hombres de aspecto hosco se encontraban sentados sobre sus
rodillas o sobre piedras, ante ellos un gran montón de piezas viejas de hierro y cobre, que clasificaban y
repartían en diferentes sacos. Se
trataba de contrabandistas españoles de la clase más baja, que se ganaban
miserablemente la vida pasando de contrabando
chatarra de Portugal a España. Ni una sola palabra salía de sus bocas, y
cuando le hablé en su lengua nativa, no obtuve por respuesta nada más que una
especie de gruñido. Parecían tan sucios y bastos como la chatarra con la
traficaban[26];
guardaban cuatro asnos miserables en el establo trasero ...”
Sin
embargo, Borrow consigue entablar conversación con las propietarias de la
posada, muy interesadas en conocer cosas de Inglaterra . Llama la atención de
Borrow un personaje que se encuentra en la fonda, con una indumentaria que
recuerda la de los marineros ingleses, con el que Borrow se enfrasca en una
cierta discusión sobre temas religiosos. Procede de la localidad de Palmella,
no muy lejos de St. Ubes y es propietario de algunas caballerías, que
guarda en el establo de la posada. De la discusión, surge una relativa
confianza que les lleva a dar un paseo por la ciudad, comentando de la ciudad y de la provincia alentejana.
En su paseo, se aproximan a la parte meridional de las murallas, hasta una fuente de piedra,
donde los arrieros y gentes que la visitan se detienen para abrevar las
caballerías.
Durante su estancia en la ciudad, Borrow acude
diariamente a este lugar con el propósito de entablar conversación con las
gentes, especialmente, con los niños , tratando de analizar el grado de
educación que recibían.Con respecto a los adultos, nos deja este apunte : “...
Me di cuenta de que la mayoría eran papistas con el colmillo retorcido y
miguelistas de corazón y cuando decían
que eran cristianos, demostraban lo contrario
al ignorar a Jesucristo y sus mandamientos y colocaban la salvación a la
misma altura de las supersticiones..... “
Al
día siguiente, que era viernes, George Borrow decide visitar a Don Jerónimo
D’Azveto, que le presenta al Gobernador de Evora. Juntos recorren la ciudad y
visitan sus principales monumentos. Durante el almuerzo, Borrow se interesa por
el tema de la educación y algunos aspectos sociales de la ciudad: “...
Se lamentaba ( D. Jerónimo) del deplorable estado de
ignorancia en el que se encontraba la población en la actualidad. Manifestó que su amigo el gobernador y él mismo, estaban trabajando para establecer un escuela en el vecindario y que habían solicitado al gobierno
autorización para utilizar un convento abandonado, un edificio llamado Espinheiro, situado a una legua
aproximadamente.
Al día siguiente, la conversación con el amigo de Palmella,
versó inevitablemente sobre la seguridad de los caminos y los asaltos de los
bandidos, confesando el de Palmella que siempre viajaba protegido, enseñando un
largo cuchillo. “... Pero no confío en este
cuchillo, sino en ésto, exclamó mientras mostraba a Borrow un escapulario, con una larga jaculatoria, que
después copió en un trozo de papel para entregar a Borrow, como recuerdo y
protección[27]....”
“... La creencia en la
brujería es corriente entre los
aldeanos del Alemtejo, y supongo que también en otras provincias de Portugal. Creo que es una de
las consecuencias del sistema monacal..... Todos estos encantamientos son inventos de los monjes, que los han
propagado entre sus cándidos
feligreses.....”
Al día siguiente, domingo, el llano del Convento de San Francisco se encontraba
abarrotado de gente, que se dirigía a oír misa. Después de atender a su
obligaciones religiosas, Borrow baja a desayunar y se encuentra a la joven de la posada, sentada tranquilamente
junto al fuego. Al preguntarle por qué no había acudido a la misa, la chica le
respondió que dejó de ir cuando los frailes fueron expulsados de
los conventos y , en su opinión, los curas puestos por el gobierno, no tenían autoridad
espiritual. Los frailes, cada día alimentaban a las gentes que se acercaban al
convento, más de cuarenta personas cada
día. Ahora, permetían que se murieran de hambre.
Sobre una repisa, Borrow observó algunos libros: Cuentos y
vidas de santos y, entre ellos, un ejemplar
de la obra de Volney “Ruins of
Empires”[28]. Ante este
“descubrimiento”, Borrow pregunta la chica cómo ha llegado ese libro a sus
manos, enterándose de que se trataba un
regalo de un joven, convencido constitucionalista, que se lo había entregado diciéndole que ño tenía por
uno de los mejores libros del mundo.
Borrow contestó que el autor era un emisario de Satán, un enemigo declarado de
Jesucristo y de todas las almas de la Humanidad, escrito con el solo propósito
de terminar con las religiones. La joven tiró el libro sobre las llamas y rezó
su rosario mientras las páginas se consumían. Borrow afirma que aquello fue un
auto de fe, en el mejor sentido de la palabra.
JORNADA V
Borrow pasa los dos días siguientes en Evora,
preparando un circunstancial regreso a
Lisboa, seguramente para atender asuntos de la Sociedad Bíblica. Contrata a un
arriero que, desde el primer momento no le cae demasiado bien: “...
Me dijo que había servido como soldado
el Ejército de Napoleón, participando en
la Campaña de Rusia. Tenía todo el aspecto de un borracho. La cara, cubierta de
granos y su aliento desprendía el olor de las aguas fecales.....”
El amigo de Palmella se había marchado. Borrow
continúa con sus paseos hasta la fuente de piedra. A la posada llegan unos
españoles con los que discute de religión y, a juicio de Borrow, parecen más
ilustrados que el resto de los aldeanos. Mal juicio expresan del rey D. Carlos
y su gobierno, llamándole enano y bandidos a su políticos. Queda convencido de
que al otro lado de la frontera, todos los españoles piensan de manera parecida.
Del lado del sentimiento religiososo, a estos españoles no les importa ni el
Papa ni los curas.
La noche de la víspera de la partida, sobre las
nueve de la noche, se escuchó un fuerte
galopar irrumpiendo, desesperado y
después de golpear fuertemente la puerta de entrada, un hombre de aspecto tosco, montando
un burro, vestido con esa prenda que los españoles llaman zamarra y unos
calzones que le llegaban a las rodillas. Atado al sombrero, numerosas ramitas de romero. El hombre
parecía aterrorizado y contaba que las
brujas le había venido persiguiendo, volando sobre su cabeza durante casi dos
leguas. Viajaba desde la frontera española con productos alimenticios y otros
artículos. Su esposa , que viajaba tras
él, pronto llegaría, como así lo hizo, empapada por la lluvia, cabalgando
igualmente un asno.
Al preguntar a los contrabandistas españolas la
razón del romero, explicaron que servía de amuleto contra las brujas y los
espectros del camino.
Brujas, conjuros, amuletos... todo ello nos conecta
con Galicia y su “Santa Compaña”, o las leyendas de aparecidos en las noches de
Extremadura, contadas en las noches de invierno, como el cuento de la “Tía
María Jamaca”, estampa que refleja
Adelardo Covarsí en una soberbia pintura[29]
Joseph Baretti
JORNADA VI
Regresa Borrow a Lisboa y
desde allí prepara su nuevo
itinerario por el Alemtejo, esta vez con destino a Badajoz y, tras breve
estancia en la capital, marchar directamente a Madrid, donde residiría casi
cuatro años.
Un viajero posterior, M.T. Hughes, diplomático inglés
destinado en España en 1.846 y que también se había adentrado en la provincia
del Alemtejo, cuenta como la principal preocupación del viajero, se centra en
el transporte del equipaje, a veces compuesto de pesados baúles. Tal impedimenta
es necesario enviarla por adelantado a los lugares que el viajero atraviesa,
sobre todo cuando no se viaja en diligencia. El transporte por el Alemtejo,
exclusivamente en caballería, y en el caso de Borrow, acompañado de un criado
que se ve obligado a contratar
periódicamente.
Los caballeros, a lomos de caballos y los criados en
mulas. Hughes recomienda que el caballo sea propio “... Ya que he tenido los más
desagradables accidentes con bestias semisalvajes ...”
Las circunstancias imponen a Borrow alquilar las
monturas. Nunca relata el más mínimo incidente con las mulas; se preocupa más
de los arrieros.
Pasa esto días en Lisboa, resolviendo los asuntos de
la Sociedad Bíblica y aprovecha para recorrer la ciudad, todavía con vestigios del tremendo terremoto que sacudió
Portugal, en 1.755. En el transcurso de su ruta por el Alemtejo, Borrow tiene
la oportunidad de conocer a una
superviviente de la catástrofe, episodio del que daremos cuenta más adelante.
En aquellos días de Octubre de 1.755, Lisboa se embellecía
por momentos. El palacio Real, situado en la Plaza, llamada O Ferreira do Paço, se levantaba
impresionante, al igual que el bello edificio de la Aduana, la Iglesia
Metropolitana dedicada a la advocación de
San Vicente, y otro palacios, iglesias, hoteles, monasterios... Todo lo
que tenía de soberbio este barrio, en unos días quedó reducido a un montón de ruinas informes. El día uno de
noviembre, un violento terremoto sacudió
lo cimientos de Lisboa, derribando sus edificios más altos. O Ferreiro do Paço
fue engullido por el río, perdiendo la
vida una enorme cantidad de personas que
creyeron esta seguras refugiándose
en esta plaza. El fuego destruyó los edificios derrumbados, propagándose
por la casa vecinas. El fuego causó más víctimas y daños que el propio
terremoto. Muchos vecinos, cobijados en las iglesias, perecieron abrasados, con
una muerte mucho más horrible que la que trataban de evitar. Otros, perecieron
por los crímenes de malhechores, que recorrieron las ruinas para aprovecharse de
la desgracia, matando sin distinción de sexo ni edad, con el fin de borrar las huellas de sus
crímenes. Ahora, el palacio Real ha renacido de sus cenizas, menos imponente
que en otro tiempo, pero más sólido y con un gusto superior al que mostraba en
su primera construcción . Sin embargo,
el Rey no tiene intención de habitar este lugar, que ha quedado como
palacio de justicia y futura sede de una importante Biblioteca.[30]
Al regresar al Alemtejo, Borrow tiene que repetir la
mayor parte de la ruta, pero esta vez, tomará criado una vez se encuentre en
Aldea Gallega. Avisado por la experiencia anterior, tuvo la precaución de no
tomar una embarcación pequeña, sino que
tomó el transporte regular, llegando a Aldea Gallega después de un viaje de
seis horas, monótono y sin viento en las velas; los marineros remaron
desesperadamente para impulsar un barco en extremo pesado. ¡Qué viaje tan
distinto, en el que Borrow echaba de
menos los peligros sufridos!
De las ocho a las diez de la noche hizo un frío
terrible. Borrow iba bien abrigado con un imponente chaquetón, recuerdo de su
viaje por Rusia[31]. De todas maneras, su
ánimo era mejor que cuando pisó por primera vez tierra alentejana, después de
haber escapado de los peligros de la tempestad.
No teniendo ninguna gana de viajar de noche ( jamás
los hizo) busca posada, disfrutando de un alojamiento y cena mucho mejor que la
que le sirvieron en la fonda de la plaza. En este momento, su mayor
preocupación es conseguir mulas y arriero
para viajar a Elvas, a unas tres leguas escasas de camino de Badajoz. Las
gentes de la hostería le dicen que tienen dos mulas excelentes para alquilar.
Entendiendo que por ser Inglés, tiene que ser inmensamente rico, se enzarzan en
un regateo que termina con Borrow en
plena calle, buscando a Antonio, el arriero que le condujo hasta Evora.Tenía
Antonio las mulas apalabradas. No obstante, le conduce hasta un compañero del
oficio que, por la cantidad de “dos
moidores y medio”[32], se
compromete a acompañarlo.
JORNADA VII
A las cinco de la mañana, las mulas se encontraban
en la puerta de la posada conducidas por un muchacho de unos diecinueve o
veinte años, algo retrasado, de enorme cabeza , que solo sabe responder con una
sonrisa a las preguntas de Borrow.
Atraviesan un triste bosque, en absoluto silencio,
apenas interrumpido por el trino de los pájaros. La mañana fría, como es
habitual en esta región.
“.... Recorrimos el camino sin interrupción,
sin bandidos ni tropezarnos con persona alguna hasta que llegamos a
Pegoens y, desde allí a
Vendas Novas, no experimentamos ningún cambio. Los dueños de la hostería
de este último lugar nos recibieron con gran amabilidad, ya que me recordaban
de mi anterior viaje, cuando pasé la noche en su establecimiento. El dueño,
José Dias Azido, al contrario que otros hospederos de Portugal, es un hombre
honrado y, cualquier extranjero que se aloje en su casa, puede estar tranquilo
de no ser miserablemente robado y estafado a la hora de pagar la cuenta y no
abonará ni un céntimo más que cualquier portugués en situación
parecida....”
Borrow insiste en gran manera sobre el tema
económico, la honradez de los posaderos y la comodidad de los alojamientos a lo
largo de todo el viaje. Pero el juicio (quizás subjetivo), jamás se extiende a
la comparación con otros países; por ejemplo, Baretti, alejado en el tiempo
pero similar en el recorrido, siempre está haciendo alarde de su carácter de
viajero ilustrado, utilizando dos conceptos que compara : El atraso de las
gentes de Portugal y España y el progreso de Inglaterra, Francia e incluso
Italia. No solamente compara sino que, además, introduce abundantes citas y
comentarios clásicos en un alarde de erudición que corta el ritmo del viaje,
lastrándolo con un lenguaje ampuloso, propio de la época, mucho menos eficaz
que el de Richard Ford y otros viajeros
posteriores, menos estetas pero más objetivos[33].
Muy preocupado por el camino y sus alojamientos
Richard Ford[34] aconseja sobre la forma
de emprender la ruta en 1.882, cuando ya el ferrocarril se dejaba ver en el
paisaje, sin llegar a ser todavía un medio popular: “.... Cada amo deberá llevar sus
propias alforjas, en las que guardará todo lo que sea absolutamente necesario
para sus necesidades y confort, cubriéndolas con una pequeña manta. El criado
deberá ir a lomos de una vigorosa mula,
y provisto de sólidos y grandes capachos de esparto, o cestas especiales
fabricadas con esta aprovechable hierba; uno de los lados podrá contener la
ropa, el otro la despensa; nadie olvidará comprar una bota, o botella de piel para
vino, ni olvidará guardar herraduras de recambio para caballos y mulas; también
son indispensables los clavos y el martillo. El viajero que se equivoque de
camino, no encontrará en el viaje nada más que incomodidades. Los bien
pertrechados, vencerán cualquier dificultad. “Hombre prevenido, nunca fue
vencido”. Aconsejable que el viajero sepa hablar la lengua nativa, ya que los
sirvientes bilingües suele ser unos bribones. ..”
Los soldados de caballería retirados solían trabajar
como “correos”, acompañando a los viajeros en sus rutas por Portugal porque
podían fácilmente orientarse por parajes de los que tuvieran poca información,
además de poseer un notable conocimiento sobre caballos, resistiendo la fatiga
las largas jornadas, el clima y los ayunos prolongados.
Todos esos preparativos los realizaba Borrow
meticulosamente, incluyendo un voluminoso cargamento de Biblias , Testamentos y discursos religiosos impresos
que, en esta ocasión cruzaban el Alemtejo con dirección a la capital de España.
Prosiguiendo viaje, llegan de nuevo a Monte Moro que, en esta ocasión tiene
tiempo de visitar, así que una vez hubo tomado un ligero refrigerio en el
hospedaje, emprende una larga visita a la ciudad, sin temer una arriesgada
ascensión por sus murallas en las que, en más de una ocasión estuvo a punto de
caerse. Subía atraído por la vista de unas edificaciones en las alturas. De
pronto, escucha el feroz ladrido de un perro,
y corre asustado hasta tropezar con el dueño del animal. El hombre, antiguo
soldado de la armada británica, le informa que se encuentra en terrenos de un
convento habitado por monjas, a las que ayuda como guardés.
Se acerca Borrow, transponiendo las puertas del gran
edificio, llegando al torno donde le atiende la monja portera que le pregunta
“si es hombre de armas o va a hacer la guerra”, cuestión respondida
sucintamente por Borrow al “expresar que es un hombre encargado de llevar el
soplo de Dios a los pueblos ignorantes de su verdad”. Al preguntar Borrow si
poseían ejemplares de las Sagradas
Escrituras en el Convento, la hermana portera le explicó que solamente
la madre abadesa, cargo que cambiaba cada año, tenía un ejemplar. Borrow se
despide y, al abandonar el lugar, observa las cabezas de las monjas en las
ventanas, tratando de contemplar al extranjero.
Regresa lentamente, contemplando las muralla, una
vieja cruz de piedra y una torre atalaya coronando una de las entradas de la
ciudad. El día era enormemente caluroso, a pesar de que las últimas noches
habían sido extremadamente frías. Se detuvo
a descansar durante una hora
antes de regresar a su alojamiento, a una considerable distancia del lugar
donde se encontraba.
Atraviesa un lugar, un viejo cementerio que no
parece ser obra de los moros. En todo el conjunto monumental de la ciudad, se
aprecia la mano de los cristianos en el trabajo que realizaron, una vez
conquistada la fortaleza para la causa de la fe cristiana.
Al contemplar Monte Moro, Borrow cree que existe
algo en el lugar que le recuerda a Cintra, sin el aire salvaje que rodea a ésta
y que Monte Moro no pretende tener. Los monumentos, en parte derrumbados y
descuidados por el vecindario, asemejan más a nidos de águilas que a vestigios
de la civilización árabe.
Una vez en la fonda, prueba un exquisito pastel de
queso, fruto precisamente del trabajo artesanal de las monjas del convento que
acaba de visitar.
La posada y sus moradores se encontraban sumidos en
una profunda pena ,debido a que el esposo de una de las dueñas había contraído
una enfermedad mortal que, por lo que pudo averiguar Borrow, se trataba de una
especie de cólera[37].
Después de consolar a la familia y encomendar su
destino al Todopoderoso, a lomos de su mula
marcha hacia Arroyolos[38].
A la hora de describir el paisaje, Borrow es preciso, como un geógrafo con los
profundos conocimientos de un naturalista: “....Cuando habíamos recorrido una legua y
media, escuchamos un fuerte trueno
procedente del norte, precedido de inmensas oleadas de polvo; menos mal
que no venía de cara, pues de otra manera no hubiéramos podido seguir
avanzando, debido a su violencia. Nos desviamos a la izquierda del camino, con
el fin de tomar un atajo de esos que permiten el paso de las mulas o caballos,
pero demasiado agrestes para permitir
por ellos el paso de carruajes . Nos
encontrábamos entre arenas. matorrales y
rocas de gran tamaño que salpicaban profusamente el terreno. Se trataba de la
piedras que conforman las sierras de
España y Portugal; esas montañas sin igual, que se elevan en su espantosa
desnudez, como costillas de un
gigantesco esqueleto del que se hubiera desprendido la carne. Muchas de
estas piedras o rocas se encuentran desperdigadas por la superficie,
probablemente arrancadas de su sitio por la acción de las aguas. Mientras nos
esforzábamos en estos parajes inhóspitos, reparé en una vereda, con
piedras apiladas de manera singular y encaminé mi cabalgadura hacia
allá. Se trataba de un altar druida, el más perfecto y hermoso que he visto
jamás . Era circular, compuesto por piedras gigantescas, gruesas en la base y
alargándose en la parte superior, con otra gran piedra sobrepuesta, sesgada
hacia el sur , donde se encontraba una entrada. En el interior, donde crecía un
árbol, pequeño y cubierto de espinas,
podrían haberse guarecido tres o cuatro
personas....”
Cuando Borrow pasa por el dolmen de Arroyolos, éste
se encuentra en tan buen estado que, no puede menos que compararlo con las
ruinas romanas o árabes que ha contemplado a lo largo del camino, destacando cómo
han perdurado los restos de los primeros, mientras que las de los pobladores
posteriores – romanos incluidos – eran
prácticamente polvo[39].
Llegaron a Arroyolos sobre las siete de la tarde,
aposentándose en una habitación amplia, con dos camas. Se estaban preparando
para bajar a cenar cuando llegó una recua de mulas con sus arrieros. Viajaba
con ellos un joven español, de unos dieciocho años y el dueño del establecimiento pregunta a Borrow
si puede dormir con ellos, al ser su habitación la única que tiene algo de
espacio libre. Borrow contesta que no hay problema, además está encantado de
poder empezar a practicar algo el español, lengua que va a necesitar en el
momento que cruce la frontera de Elvas[40].
Encantado por este encuentro, Borrow baja a cenar con
el nuevo huésped, joven que procede de una acomodada familia de Madrid,
viajando por el solo interés de conocer
mundo.
George Borrow le explica que para que su deseo
llegue a buen y no pase necesidades, vaya preparando “la bolsa”, que en algunos
países pueden encarcelarte por vagabundo si no acreditas medios propios de
subsistencia. El joven responde que lleva más de cien dólares. “....
Sus cien dólares en este país solamente le cubrirán unos tres meses... y eso si
no se lo roban y tendrá que echarse al
monte en espera de ganarse la vida con medios más honorables....”, responde
Borrow[41].
A las cinco de la mañana, se acerca a la cama de
Borrow para despedirse, con un sonoro “Vaya usted con Dios”. En la cuadra, los
arrieros preparan las mulas.
JORNADA IX
Esa mañana, sobre las nueve y después de haber
abonado una cuenta exagerada, comienza
Borrow la jornada de viaje con un desagradable y peligroso incidente.
A una milla de Arroyolos, se cruzan con unas
carretas escoltadas por soldados de infantería portugueses que transportaban
aprovisionamiento y municiones, con dirección a España. Seis o siete de estos
soldados iban en avanzadilla del convoy y tenían aspecto de criminales o
bandidos. Al pasar a su lado, insultó a Borrow, gritándole de mala manera que
era un maldito y rico francés que paseaba a caballo, mientras que él era un
desgraciado que tenía que destrozarse los pies por los caminos. Borrow tuvo el
mal acuerdo de reírse, razón por la cual el soldado disparó dos veces contra
Borrow que, milagrosamente no fue alcanzado por las balas, viéndose obligado a
emprender veloz carrera, atravesando a galope tendido un caudaloso riachuelo y
un puente, desembocando en unos arenales, donde siguió huyendo. De esta manera
salvó su vida. Era conocido que esta clase de soldados, en su mayor parte curtidos asesinos y ladrones, cometían toda
clase de crímenes. Un carrero informó a Borrow que, en cierta ocasión, fue atacado por una banda de estas
características, despojándole de una importante cantidad de género. “...
Quiera Dios que los soldados que tengan que defendernos gocen de mejor
estampa...”
Prosiguieron el viaje hacia Extremos adentrándose en
un paisaje seco y arenoso, que se presentaba aquí y allá valles salpicados de
alcornoques y encinas. A medio día, volvió a recrudecerse el viento y poco
faltó para que se perdieran debido a la fuerza del elemento. A las cuatro de la
tarde, a una legua de distancia divisan Estremoz, en lo alto de una colina “....
Aquí el paisaje se volvía interesante; el sol fundiéndose en medio de la nubes
rojas y tormentosas, incidiendo sus
rayos en las paredes de la ciudad a la que nos dirigíamos. No muy lejos del
suroeste se levanta Serra Dorso, que contemplé en Evora y que es la montaña más
bella del Alemtejo. Mi guía idiota, volvió sus ojos hacia allí y, sintiéndose
inspirado, abrió su boca por primera vez y comenzó a decirme que era escasa la
caza que se obtenía en esas montañas. Igualmente describió con gran
minuciosidad a un enorme perro que
habitaba en el vecindario, destinado a capturar lobos y jabalíes, que el
propietario había rechazado vender aunque le ofrecieron la cantidad de veinte
moidores. ....”
Se alojaron en la mejor fonda de Extremos, situada en una
amplia plaza de mercado, en el centro de la ciudad, tan grande que bien pudiera
albergar a un regimiento de soldados desfilando por su patio.
El frío era tan intenso que Borrow permaneció en la
habitación hasta la hora de la cena, un recinto similar a una cocina, del que
arrancaba un largo pasillo que llevaba a las cuadras. En la chimenea ardía un
enorme tronco de alcornoque, rodeado el fuego por algunos aldeanos y granjeros
de los alrededores y tres o cuatro contrabandistas españoles. Con cierta
dificultad se sienta entre ellas y presta atención a su charla, observando que
el portugués que utilizan tiene una pronunciación mucho menos sibilante,
posiblemente debido a la influencia de la frontera.
Procedente de las
cuadras y con la velocidad de una catapulta, entra en la sala un jineta,
haciendo cabriolas y carreras por el salón, que ponen en peligro la integridad
de todos. Su jinete, medio borracho,
comienza a discutir con uno de los contrabandistas españoles. El español saca
una navaja y arremete fieramente contra
el borracho, que se escapa a duras penas de la cuchillada, gracias a la
intervención del resto de los contrabandistas que cortan la pelea. Le
arrastraron hasta la cuadra donde, entre sueños, cantaba la Marsellesa.
Posiblemente se trataba de un antiguo soldado del ejército napoleónico, igual
que el borracho que condujo a Borrow hasta Evora.
Como la velada no prometía mucho más, se fueron a dormir
con el fin de estar preparados para
cubrir las seis leguas de distancia que hay desde Estremoz a Elvas.
JORNADA X
Bajo un cielo gris oscuro, a las nueve de la mañana,
emprendieron el viaje hacia Elvas. Los caminos estaban desiertos y el paisaje extremadamente desolado. A lo
lejos, levantándose sobre un imponente montículo, divisaron una torre, único
elemento que rompía la monotonía del paisaje. Al cabo de dos horas, llegaron
a una fuente que descubrieron al pie de la colina donde se erigía la
torre. El agua que fluía desde las alturas de una roca gigantesca, era
purísima, así que se detuvieron para abrevar las caballerías.
En solitario, Borrow inicia una ascensión por la pendiente,
hasta llegar a las ruinas, subida no
exenta de cierto peligro debido a las rocas puntiagudas que salpican el declive
y cortan el cuero de sus botas. Vino a contemplar una de esas torres vigía, llamadas
“atalaias” en portugués, cuadrada y rodeada por una muralla, constituyendo una
especie de pequeña fortaleza. La torre no tiene puerta de acceso. En la parte
inferior, un sólido trabajo de piedra; en uno de los lados, hendiduras colocadas a intervalos regulares
para poder apoyar los pies y ascender por esta especie de escalera, que Borrow
utilizó para acceder a un pequeño
espacio de uno cinco pies cuadrados de
tamaño.
Se divisaba una extensa panorámica que demostraba que la torre había sido construida
con el propósito de vigilar la frontera y movimientos del enemigo, dando la
alerta, probablemente, con señales producidas por fuego.
“.... A punto de abandonar el lugar, oí un extraño grito procedente de la parte de la muralla que no
había visitado y me encaminé hacia allí. Sentado en una piedra se encontraba un
retrasado de unos treinta años,
seguramente sordomudo, gruñendo y gesticulando, distorsionando su rostro con
las muecas más extrañas. Solo faltaba este elemento para completar la escena.... El loco, sobre
su piedra, rodeado de brezos secos, refugiado al abrigo de unas ruinas
castigadas por el viento, componían un cuadro de tanta miseria y tristeza que no creo que exista pintor o poeta capaz
de imaginarlo .....”
Volvió a montar en la mula y continuó viaje. Desde la cima de la colina siguiente avistaron
Elvas, colgada en lo alto de una elevada colina. Al otro lado de un profundo
valle, sobre otra colina mayor, contemplan el fuerte de Elvas que Borrow juzga “el lugar más inexpugnable
de Portugal”. Entre la vista de Elvas y su fortificación, a lo lejos, en el
fondo del paisaje, asoma Badajoz y mucho más allá los picos montañosos
coronados de nubes y brumas de Alburquerque, que Borrow registra como el lugar
más elevado de la Extremadura española.
“.... Nos adentramos en terreno cultivado y, siguiendo e la ruta que se
quiebra entre hileras de setos, llegamos a un paraje donde el terreno, gradualmente se convierte
en pendiente. Aquí, a la derecha, empieza el acueducto que abastece la ciudad que
se encuentra al otro lado de la colina. En este punto, apenas alcanza los dos
pies de altura, pero al descender se torna mas y más alto, y sus proporciones
cada vez más colosales. Cerca del fondo del valle, gira a la izquierda,
atravesando el camino, que a través de uno de sus arcos. Me di cuenta, al
pasar por debajo, que el agua que
conduce se encuentra a unos cien pies sobre mi cabeza y me asombré de la enormidad de la estructura que
la portaba....
El
agua no era conducida a través de un arco sencillo, como los del Acueducto de
Lisboa, sino por tres filas de arcos diferentes, levantados unos sobre
otros.....”[42]
Entran en Elvas por una de sus puertas, realizando en la
aduana los trámites obligados, que según Borrow, en esta frontera son más exigentes que en otras. Precisa un visado
que obtiene de los oficiales que guardan
el puesto fronterizo, dirigiéndose posteriormente a la hostería, no muy lejos
de la puerta de entrada, establecimiento que le habían recomendado en Vendas
Novas, regentado por Joze Rosado, el
lugar más reputado de toda ciudad, que Borrow
juzga inferior a los de Inglaterra.
Empujado por el frío, se refugia en la cocina al calor del
fuego. Sentada próxima a la chimenea, una anciana tranquila con un cabello que
comenzaba a volverse gris. Borrow entabla conversación y, observando su pelo,
le pregunta su edad. La anciana le contesta que es más vieja que su madre y que
su abuela: Tiene cien años[43].
Recuerda la anciana el terremoto que sufrió Portugal y del
que hemos dado cuenta, según el relato de Pingré: “... Sí –contestó- si exista una experiencia en mi vida que
pueda recordar, es precisamente esa. En ese momento me encontraba en la iglesia
de Elvas, oyendo la misa del rey y el cura, dejando caer la Hostia, cayó al
suelo. Siempre recordaré como tembló la tierra y las casa se bamboleaban como
borrachos. De eso hace mucho tiempo.....”
La
anciana contaba ciento diez años y la
tenían por la persona más vieja de Portugal. Era pariente de los dueños del
establecimiento.
La estancia se va llenando de gente, al calor del fuego que
arde en la chimenea. El hostelero, hombre amable que había servido en la Armada
Británica, preside esta especie de tertulia, en la que también se encuentran el
oficial que guarda la frontera y otro más joven , que en un momento de las
discusión tacha a los ingleses de egoístas, discutiendo con Borrow llegando a asegurar que “el fuerte de
Elvas y, aún más, el Castillo de Badajoz,
a orillas del Guadiana, pueden hablar
largo y tendido del egoísmo de los ingleses”[44]
JORNADA XI
Almeida es un comerciante totalmente desafecto al
sistema papel y promete ayudar a Borrow en distribución de Biblias en Elvas.
Precisamente un individuo del mismo nombre, fue el encargado de hacer circular
la primera versión protestante de las Sagradas Escrituras en Portugal, en el
año 1.712.
Una vez hubo arreglado sus asuntos profesionales,
Borrow se dedica a recorrer los alrededores de Elvas, con su mirada de eterno
viajero, fijando en la memoria detalles que, por la noche transcribe en sus
libretas. La parte baja de la ciudad, repleta de encinas, proporcionan al lugar
una singular apariencia, con su pequeño riachuelo al fondo que Borrow atraviesa
sirviéndose de las pasaderas.
Llegó hasta el fuerte pero, al intentar penetrar en él,
un soldado le salió al paso,
expresándole que en su condición de extranjero, no le estaba permitido el
acceso.
Desde la ladera oriental, contempla Badajoz en la lejanía.
Elvas se presenta como un modelo de fortificación, bien guarnecida, con una
poderosa defensa ante ataques del exterior; pero tiene un punto débil: el lado
oeste está dominado por una colina, desde la cual, un general experimentado,
podría cañonearla sin esfuerzo. Elvas representa la última ciudad a este lado
de Portugal. La distancia a Badajoz son
dos leguas escasas . Indudablemente,
se alza en rivalidad con Badajoz,
ciudad que contempla desde sus alturas, a las orillas del Guadiana.
A PROPÓSITO DE BORROW Y OTROS
VIAJEROS
Llegados a este punto de nuestros relato, en el que Borrow
se encuentra a punto de cruzar la frontera con
rumbo a Badajoz, creemos interesante destacar algunos rasgos de la obra
de Borrow, tomando como referencia los
escritos de otros viajeros coincidentes en la ruta.
En su origen, la moda del "gran viaje" - ya
citado en otros pasajes de estos comentarios- surge como una consecuencia del
movimiento ilustrado que a lo largo del siglo XVIII se desarrolla en Europa, con una vuelta a la cultura clásica,
al pensamiento filosófico y "tener como pautas ideas de modernidad y
progreso".
Ni que decir tiene que esta corriente de ilustrados,
encuentra sus principales cultivadores en las clases acomodadas. En las clases
bajas no puede existir ilustración
cuando el índice de analfabetismo es enorme y, en regiones como el Alemtejo o
la Extremadura española mucho más, en la época de los ilustrados (S.XVIII) y en
la del viaje de George Borrow (1.835).
Este gran viaje de los ilustrados (principalmente ingleses
y franceses), implicaba un destino obligado a
las cunas del clasicismo : Italia y Grecia, incluyendo en la ruta España
(uno de los países más interesantes para
los viajeros de la Ilustración)[45].
Portugal, paso indispensable para muchos de ellos al hacer su entrada en
España, o punto de partido para el continente americano, como Teophile Gautier,
que recorrió el Caribe y dejó constancia en sus escritos.
Joseph
Baretti autor de “A Journey from London
to Genoa through England, Portugal, Spain and France”, nació en Italia
(Turin). Viaja a Londres donde se establece definitivamente, dedicándose
a la enseñanza de la lengua italiana. Su obra, conocida popularmente como las
"cartas de Baretti), está redactada en inglés. Su cultura clásica es
amplia, gozando de relaciones de alto nivel, ya que Baretti pertenece al círculo
del Dr. Samuel Johnson. Su punto crítico ,siempre tiene como referencia el
progreso de otras naciones para compararlo con la pobreza de Portugal y España
en esa época, expresándose en términos de los que podemos deducir, sin lugar a
dudas que, según Baretti, los graves problemas de atraso social, subdesarrollo
e incuria que afectan a España y Portugal en el XVIII, no existen ni en Francia
ni en Inglaterra, objeto de sus constantes comparaciones. Esta argumentación,
totalmente falsa, no resiste el más mínimo análisis.: En primer lugar porque,
cada vez que comparaba las regiones deprimidas de Portugal o España, siempre
toma como referencia las grandes urbes (París, Londres...), que no nos sirven
cuando critica los alojamientos de Elvas o la fonda de Talavera.
Borrow pertenece a una clase media, obligado a ganarse la
vida desde los veintiún años, al fallecer su padre. Entre Borrow y Baretti
existe un largo periodo de tiempo- casi un siglo- pero el Portugal que ambos
recorren, apenas si ha cambiado. La
cultura de Borrow se basa en un conocimiento práctico de los pueblos y gentes que conoce, llegando
a tener un nivel similar al de los ilustrados, pero ha tocado y sentido el
problema de las gentes, tanto en los salones como en los campamentos . Baretti
nos ofrece un retrato estético y subjetivo, desde el prisma de un incipiente
diletantismo; Borrow una pintura viva, realista y preocupada, si bien es cierto
que esta visión de conjunto solamente podremos apreciarla conociendo el relato
de forma completa. Baretti se preocupa de la comparación de culturas y pueblos;
Borrow reflexiona sobre sus modos de vida, los lugares , los lugares en que
viven y cuanto pagan por los bienes de primera necesidad, además de cierto
toque de exposición de problemas sociales y un fundamento histórico de los hechos que conforman el
Alemtejo. La religión y el motivo de su viaje (la introducción de la Biblia
protestante en Portugal y España), dentro del contexto de la obra, son
solamente un elemento más. Los pasajes
de tema religioso, están dosificados, colocados en un segundo plano y
sostenidos por inteligentes y respetuosas argumentaciones. Borrow es un viajero
honesto que cuenta lo que vive y siente.
Menos honrado nos parece otro viajero famoso, el ya
citado Alexandre de Laborde que en su
obra “Viaje por España” utiliza
escritores mercenarios, ofreciéndonos descripciones de lugares que nunca
visitó, en parte debido a la monumentalidad de la obra encargada y, a nuestro
juicio, nos parece más interesante la parte gráfica (un soberbia colección de
grabados) .
Así mismo, la fiebre por los libros de viajes desatada en
el siglo de la Ilustración, empuja a las más famosas editoriales a la
comercialización de los itinerarios de viajes. La Editorial Inglesa Murray, que
imprime las populares “guías”, envía al
escritor Richard Ford a una serie de viajes por
España y Portugal, que nos brinda en sus obras unos textos repletos de
itinerarios, costumbres y datos prácticos para futuros viajeros[46].
T. M Hughes, viajero por España y Portugal en 1.846 es uno
de los pocos escritores que puede afrontar el reto de Borrow. Existe una razón
a nuestro juicio que une a ambos autores. Hughes es diplomático; igual que
Borrow, la permanencia en ambos países es larga. Por eso ,el relato de Hughes
en las obras “Un viaje a Lisboa” y
“Revelaciones de España”, gozan de un certero juicio y los cuadros presentados son mucho más
objetivos (“Una palabra escrita en el
sitio que se visita, tiene más valor que
treinta escritas después”) .
Otro punto de encuentro entre Hughes y Borrow se centra en el interés que siente los dos
por la cultura gitana, trabando conocimiento con gitanos de Badajoz, esbozando
un acercamiento a su vida y costumbres. Hughes entra en Portugal por el mismo
sitio que utiliza Borrow para penetrar
en España: Elvas, conducido por un carrero que ha conseguido en la Fonda de las
Tres Naciones[47], después de abonarle
treinta y cinco dólares por el servicio.
Josiah Conder[48],
Bourgoing, Charles Beaufoy, [49]S.
Cook [50],
en sus rutas por Portugal y España, nos han legado importantes relatos quizá
objetos de estudio en otra ocasión.
Sin embargo, antes de proseguir con el itinerario de
Borrow, nos gustaría ofrecer alguna líneas de Hughes sobre la ciudad de Elvas: “.... Elvas puede contemplarse
desde una distancia de dos leguas, sobre su colina, similar en su emplazamiento
a Lisboa, con su iglesia de peculiar silueta y sus casas encaladas, como en
Badajoz. Unas lindas casas de campo, a la derecha, y la finca e instalaciones
de un gran propietario, que en este momento tiene una pareja de mulas dedicadas
a la labranza. La labranza, que aquí se hace con mulas, en algunas
partes de Portugal la realizan bueyes. Cruzamos entre olivos hasta las murallas
de Elvas, por una ridícula carretera , que se extiende durante una milla en las
afueras de la ciudad, con un antiquísimo pavimento, bacheado y quebrado de tal
manera, que es mucho mejor evitarlo...... El exceso de fortificación de la ciudad tiene la apariencia de ser una gran demostración contra España .
Estos trabajos se completaron hace unos tres años cuando la Reina realizó su
proyecto de mejoras en el Alemtejo.....”
Casualmente, Hughes se alojó en el mismo establecimiento
que Borrow, cuya obra conocía y califica de novela : “...... La fonda o Estalagem en
el que nos detuvimos, se encuentra
justamente en el interior de la Puerta de Badajoz, casi enfrente de la garita
de vigilancia, y a pesar de ser un alojamiento inferior a la peor cervecería
inglesa[51], es el mejor acomodo
de la ciudad. Está al cargo de José Rosada, y es el mismo donde se alojó
Borrow, y donde se desarrolla la escena de su novela cuando se reúne con la
anciana que tenía mas de treinta años durante el terremoto de Lisboa.....”[52]
Hughes no es favorable a Borrow al que califica de
descuidado en la ortografía (llama “acaia” al río Caya) y de escribir tonterías
sobre los ingleses, principalmente cuando se refiere al tratado comercial entre
portugueses e ingleses, obligándose estos últimos beber los bastos y apestosos
vinos de Portugal , que ningún otro país se atreve a tomar.
Evidentemente, nos encontramos ante una obra
interesante pero parcial, con algún dato curioso y que nos acerca a la realidad de Elvas en
ese tiempo. Cerca de la mesa donde Hughes se encuentra comiendo, se encuentran
un grupo de políticos locales comentando
que, en las próximas elecciones, los resultados le iban a ser adversos en todo
Portugal, pero en Elvas, debido a su gran influencia y poder, tenían la mayoría
asegurada.[53]
JORNADA
XII
Como
ningún asunto de interés retiene a Borrow en Elvas, se decide a cruzar la
frontera y penetrar en España. Quizá en la mente lleve el recuerdo de alguna de las cartas de
Baretti, en la que narra su visita a Elvas, permaneciendo en una fonda en la que tiene lugar una pequeña
fiesta: Gitanos españoles procedentes de Badajoz, donde se celebraban sus fiestas mayores,
organizaron el baile del “fandango” y otras pieza flamencas con cante y
guitarra, pasando una noche que hizo las delicias del ilustrado.
A principios del mes de Enero, a lomos de su mula y
en solitario ( su guía regresaba a Aldea Gallega, retoma el camino hacia
Badajoz, observando el río Caya, Las
primeras palabras que Borrow escucha en español. Las pronuncia un mendigo
borracho, que implora caridad al lado del camino: “O señor caballero, que me de
usted una limosna por amor de Dios para comprarme un traguillo de vino tinto.
Contemplando el fronterizo río, Borrow se da cuenta
que está en España y, como su héroe, Gil Blas de Santillana, al grito interior
de “Santiago y cierra España”, prosigue viaje. Badajoz está a la vista, a poco
más de media legua; girando a la izquierda enfiló el puente de “muchos arcos
sobre el Guadiana”. Cruza el puente, penetrando por la puerta norte, donde
repara en los habitantes de Badajoz, muchos de ellos luciendo un sombrero de
copa alta, parecido al andaluz. La puerta defendida por guardias ,sirve de punto aduanero e
inspección de equipajes[54]
Los aduaneros y, en perfecto inglés [55]atienden
a Borrow que dirige sus pasos a la ya
mencionada Fonda de las Tres Naciones.
Es aquí en Badajoz donde Borrow conoce a los gitanos
españoles (los Zincali), hablará con ellos en caló y, a su regreso a Inglaterra escribirá “The
Zincali”
El paso de Borrow por Badajoz es fugaz y, acaso
otros autores detengan un poco más su mirada y su pluma en esta ciudad. Borrow
tiene prisa por llegar a Madrid, donde le aguardan otros asombros y aventuras (
Borrow es un escritor descriptivo por su capacidad de asombro). No obstante
,los recuerdos del Alemtejo recorrido van recogido en su cuaderno y sus pasos en esta región de Portugal, fueron
el prólogo adecuado para un viaje
singular y perdurable.
[1] En 1.835, George Borrow
penetra dos veces en Portugal. En su segundo viaje, con el permiso de la
Sociedad Bíblica para difundir la Biblia en España, cruza el Alemtejo en
dirección a Elvas, tomando Badajoz como puerta de entrada al reino de España.
[2] Entendemos que Borrow
utiliza sus conocimientos y amor por la raza gitana para realizar su labor
evangelizadora de una manera muchos más eficaz.
[3] En esa
época se consideraba herejes a los ingleses anglicanos y era extremadamente
difícil publicar y distribuir un texto evangélico anglicano. De ahí la decisión
de la Sociedad Bíblica o del propio Borrow de publicar la obra sin notas o
cualquier otro comentario que pudiera ser considerado no ortodoxo.
[4] En el
Alemtejo también se le conocía como “Don Xursinho”
[5] The
Bible in Spain
[6] Retrato debido a la pluma
de Manuel Azaña, prologuista de “The Bible in Spain”, probablemente siguiendo
una pintura de la época.
[7] M. Breton, “España y
Portugal según los hábitos, tradiciones y costumbres de los habitantes de estos
Reinos." Librería de A.
Nepven, París, 1.815. 6 Tomo.
[8] Joseph Baretti “Journey from London to Genoa
through England, Portugal, Spain and France”, volúmen II. Impresa en
Londres, 1.770, por T.Davies en Russell Street, Covent Garden, y L.Davies en
Holborn. Ejemplar distribuido en España por la librería de Pascual de Gayangos.
[10] En la orilla izquierda
del Tajo, frente a Lisboa, se encuentran las villas de Almada, Barreiro, Aldeia
Gallega y Seixal, además del caserío de Trafaria, habitado por pescadores. El
punto de embarque para comenzar viajes por el interior se centra en Aldea
Gallega.
[11]
Borrow se refiere a la marcha militar que interpretaban los partidarios de D.
Miguel (miguelistas) que disputaba el trono a D. Pedro de Portugal. Durante su
viaje por el Alemtejo, Borrow va a tropezar con vestigios de estas luchas
[12]
Tanto en las posadas portuguesas como españolas, los mozos de mulas
acostumbraban a dormir en la cuadra con las bestias. A veces, la llegada de
arrieros y sus bestias se producía a
media noche, con el consiguiente ruido y molestia para los viajeros alojados en
la planta superior.
[13] Según
las antiguas crónicas (año 1.141), Vendas Velhas se incluía en el conjunto de
aldeas formado por Vila Cova, Ranha, Rebordaos, Quinta, Medancelhe, Casal,
Lourinha, Triana, Portela, Areosa,
Pinheiro, Gesta, Brasoleiro, Forno, Santegaos, Carreiros, Sevilhaes, Perlinhas,
Ferraria, Vendas Velhas, Vendas Novas, Cavada Nova, Sao Sebastao, Vale de
Flores, Sotuelo, Medalho, Amial y Mosteiro.
[14] El
bandolerismo, sobre todo en las regiones fronterizas, a mediados del siglo
XIX, era un problema común a España y
Portugal, debido principalmente a la
situación sociopolítica que padecían los dos países. La mayoría de los recursos
agrícolas y ganaderos se encontraban en manos de terratenientes y la clase
media baja pasaba hambre. El pillaje en los caminos crecía y los migueletes
españoles o las patrullas portuguesas,
eran incapaces de reducir a las cuadrillas de bandoleros que, en
ocasiones gozaban del favor y protección del pueblo, cruzando la frontera a su
antojo. Obra interesante sobre el tema, la del escritor Hernández Girbal,
“Historia del Bandolerismo Español”.
[15] Como
agente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, Borrow llevaba en su
equipaje ejemplares de Biblias, Testamentos y panfletos de discursos
religiosos, que en inglés se denominan “tracts”
[16] Alexandre-Louis Pingré
“Voyage a Rodrigue 1.761- 1762”.
[17]
Precisa descripción que nos indica que Borrow, al final de la jornada, sacaba
tiempo para tomar las correspondientes notas, aunque este extremo no lo
confirma en ningún momento.
[18] Luchas entre “Constitucionalistas”
y “Miguelistas”
[19] De
acuerdo con la historia de Vendas Novas, la población va creciendo potenciada
por el camino que la atraviesa. Cuando Borrow pasó por el lugar, era un
conjunto de dos o tres casas y una Venta. Vendas Novas vive durante mucho tiempo
en el anonimato, prácticamente sin historia, hasta que un día en una charneca
casi desierta se construye un Palacio
Real, para que la esposa de D. José I, Príncipe del Brasil, tuviese aquí su
morada, así que con el caudal del oro
del Imperio de D.Joao V, pudo construirse esta suntuosa y real
residencia, que ha sido utilizada como
cuartel de caballería, posta, telégrafo
en tiempos de la fiebre amarilla. Actualmente se utiliza como Cuartel de
Artilleros.
Posteriormente, con la
construcción del FFCC, la ciudad de Vendas Novas sufre un acercamiento notable
al mercado y a la industria. El 21 de Agosto de 1.911 ve reconocida su
importancia como vía de comunicación y, después de varias luchas, consigue
crear su propio “concelho”, independizándose del de Montemor-O – Novo. Como
fruto del trabajo de sus gentes, Vendas Novas es elevada a la categoría de
ciudad en 1.993.
[20]
Richard Ford, escritor inglés comisionado por la famosa Editorial Británica
“Guías Murray” para viajar por España y
publicar sus itinerarios. “Gathering Spain” y “Viaje por España”, son
dos de sus más conocidas obras.
[21]
Alexandre Laborde, Conde de, publicó en 1.808, por encargo de Napoleón
Bonaparte el famoso “Viaje por España”. Laborde no escribió en solitario la
monumental obra sino.Contó con colaboradores. A veces copió textos íntegros,
circunstancia que nos inclina a suponer que no visitó personalmente
algunos lugares que describe. Mucho más
auténtico, el “Viaje” de Danvilliers, que viajó acompañado del genial dibujante, Gustavo Doré, que captó magistralmente tipos y costumbres.
[22] El autor utiliza la
palabra “faubourg” que significa distrito, denominación que en esta descripción
no tiene lugar.
[23] Borrow emplea exactamente
la palabra “otter”, que en inglés significa “nutria”. Nos inclinamos a pensar
que lo que llevaba el pastor podría ser un “turón” o “topino”, habitante de las
riberas.
[24] La
fortificación de las ciudades, en esos tiempos de frecuentes luchas internas,
era importante. A pesar de encontrarse en pleno Siglo XIX, Borrow conserva en
su juicio un cierto toque medieval, debido a que el llamado “arte de la
guerra”, no ha sufrido la “renovación del XX” y, fortificar las ciudades
todavía se considera un importante medio defensa.
[25] Los viajeros del siglo XIX
por tierras de Extremadura y Portugal proporcionan información sobre su
abundancia en los montes. En pocos años, el lobo, perseguido con saña y
crueldad, pasa a ser casi un recuerdo en estos montes donde ya no hay “manchas
de lobos”. Genera el lobo una literatura interesante que, en parte, condicionó su supervivencia. Ej.:” Tratado de
la caza de los lobos y zorras, y medios más seguros de exterminarlos”. - Madrid
:, 1829, 45 p. ; 15 cm. Imprenta Miguel de Burgos. “Las cacerías de lobos : combates
y aventuras terribles “ por Emilio Mozo de Rosales. - Madrid : Librería de
Escribano y Echevarría, 1889 , 325, [2] p. ; 19 cm.
[26] Estos contrabandistas
traficaban con hierro viejo que revendían en España
[27] Como
se verá en el relato que sigue, la
buenas gentes del Alemtejo, acostumbraban a llevar toda clase de amuletos que
les libraran no solamente de los bandidos, sino también de espectros, brujas y
otras visiones del más allá.
[28]En
este juicio, Borrow no es parcial, debido probablemente a su sentido religioso
de anglicano tradicional , siendo Volney un pensador liberal y adelantado a su
tiempo: CONSTANTIN FRANÇOIS CHASSEBUF,
CONDE DE VOLNEY (1757-1820), nació en
Craon (Maine-et-Loira) ,en el seno de una familia acomodada. Pasó cuatro años
en Egipto y Siria, publicando "
Viaje a Egi
[30] Del
relato de Alexadre-Louis Pingré en su obra “Voyage à Rodrigue” (1.761)
[31] El primer destino de
George Borrow como agente de la Sociedad Bíblica Británica, fue Rusia, donde
realizó también una importante labor de traducción.
[32] Moneda portuguesa, con un valor aproximado de seis dólares y
medio.
[33] Ver Joseph Baretti “Letters. A Journey from
London to Genoa through England, Portugal and Spain” (1.760)
[34] Richard Ford, “Guide for Travellers in Spain”
( 1.882)
[35]
Borrow, en su itinerario por el Alemtejo, pernocta en “estalagems” y “vendas”.
Habitualmente consigue la repostería en el establecimiento, acordando con el
ventero que, en algunas ocasiones, manda comprar los alimentos. Otras veces, la
misma “venda” ofrece sus especialidades como el popular plato de conejo del
“estalagem de los ladroes” en Pegoens.
[36]
Arroyolos, algunos años después, exactamente en 1.872, fue incluido en la obra
de James Ferguson “Rude Stone Monuments
in all countries. Their Ages
and Uses”, publicada por John Murray en Londres. En Arroyolos se
encuentra un dolmen que Borrow
visita y describe.
[37] El
cólera, la difteria y las fiebres malignas de todo tipo, debido a la mala
higiene y las aguas fecales o contaminadas, eran azotes mortales en la segunda
mitad del siglo XIX, principalmente en las zonas aisladas y con pocos recursos
de infraestructura. Estas enfermedades, extendieron su sombra hasta bien
entrado el siglo XX. En los meses de Julio y Agosto (por Santiago), el Alemtejo y la Extremadura española, veían diezmadas su
población infantil. En el resto de Europa ocurría exactamente igual. Las enfermedades de este
tipo llegaron hasta la frontera de los
“tiempos modernos”, tal como describe Alexandre. J. Cronin en su novela “The
Citadel”.
[38] Los
primeros moradores de esta región fueron los druidas. Algunos restos de sus
sacros lugares , concretamente, el dolmen de Arroyolos, en 1.835, se conservaba
en muy buen estado, circunstancia que
explica los juicios favorables de Borrow.
[39] Con
respecto a la conservación de las ruinas, el juicio de Borrow coincide con
otras voces autorizadas que también se preguntan por qué los monumentos
religiosos de druidas o celtas, se
conservan mejor que los de los romanos. Tomemos como ejemplo el dolmen
de Arroyolos y las murallas de Monte Moro parcialmente derruidas y que Borrow
describe: Las edificaciones de los druidas tienen un carácter religioso o
mágico; la mayor parte de ellas se levantan en medio de bosques o lugares
apartados donde tenían lugar sus ceremonia y ritos; rara vez eran atacados o
arrasados por el enemigo, a no ser que quisieran causar con el ataque un efecto
desmoralizador. Sin embargo las fortificaciones, de carácter defensivo, tenía la llave de la plaza a
conquistar. A pesar del aspecto inexpugnable de las murallas, era relativamente
fácil derrumbarlas por medio de un sistema que ya se conocía en la época de los
romanos y que pasó posteriormente a las guerras de la Edad Media. Se introducía
leña en los intersticios de la piedra,
en la base de la muralla; posteriormente se prendía fuego, causando el derrumbe
de la misma.
[40] Por
el momento se ignora donde y cuando aprendió Borrow el español. Este es su
primer viaje a España, donde va a permanecer cuatro años, viajando por todas
las provincias, fijando su cuartel general en Madrid. Muchos historiadores y
antropólogos afirman que, su viaje por Portugal
y España, desde el primer momento dio muestras de conocimiento bastante
holgado de ambas lenguas. Su primer viaje por cuenta de la Sociedad Bíblica,
fue Rusia donde colaboró en una traducción de la Biblia al Manchú, merced a
unos rudimentos que había adquirido en poco tiempo.
[41] Al
igual que las grandes familias europeas, los españoles acomodados pagaban a sus
hijos, al menos una vez en la vida lo que se ha dado en llamar “el Gran Viaje”
(“Le Grand Tour”), una asignatura obligada en su educación.
[42] Al
igual que otros viajeros, Borrow destaca y admira las huellas de romanos y árabes. No obstante el relato de
Borrow, presta una atención al detalle humano y otros asuntos de índole menor
como el precio de los hospedajes, la arquitectura doméstica, las comidas o los
tipos del camino que no se encuentra en los escritos de sus predecesores.
Lógica la admiración que el acueducto de Amoreira causa en el viajero que, en 1.835, acaba de atravesar el
Alemtejo.
[43]
Borrow se extraña del cabello de la anciana (apenas gris) comparándolo con el
suyo, completamente blanco, a pesar
de sus treinta años.
[44] La
visita de Borrow al Alemtejo tiene lugar en una época en que el recuerdo de las
pasadas guerras que azotaron a Portugal y España, todavía suscitan fuertes
controversias a nivel popular y la frontera, significa algo más que una palabra
en el corazón de estas gentes, vecinos al fin y al cabo. En Badajoz,
concretamente en la Plaza Alta, durante los periodos de paz relativa que se
sucedían entre batalla y batalla, cuentan los viajeros de XVIII, que se “daban
la mano diferentes pueblos en aras de un comercio común”. La plaza, bajo el
Arco del Peso del Colodrazgo, reunía a portugueses, franceses y españoles, dibujando un cuadro de trazo
único. (Según el relato del Capitán S. Cook, de la Armada Británica)
[45] Consultar la obra de
Gaspar Gómez de la Serna ,"Los Viajeros de la Ilustración", publicada
por Alianza Editorial.
[46] Richard Ford “Guía de
bolsillo para viajeros por España”, “Recuerdos de España” (firmada con el
seudónimo John Murray,
[47] En esta popular fonda de
Badajoz se hospedó Mariano José de Larra, que visitó la ciudad en su viaje
hacia Mérida (“Demasiadas naciones para
tan poca fonda”, escribió después).
[48] Josiah Conder “Viaje por
España”
[49] Charles Beaufoy “Diario de una silla de postas (1.846)
[50] S. Cook, Capitán “Apuntes
de España durante los años 1.829 –30-31 y 32” (Capitán de la Royal Navy y
miembro de la Sociedad Geográfica
[51] Existía en Inglaterra un
tipo de alojamiento denominado “ale- house”, de muy baja categoría, donde se
servía cerveza y disponía de camas.
[52] T.M Hughes “Un viaje a
Lisboa en 1.846”
[53]T.M Hughes “Un viaje a
Lisboa en 1.846”
[54] William Beckford en su
obra “Un Inglés en la España de Godoy”, no ofrece un retrato triste de los
aduaneros y de la primera impresión de
los habitantes de Badajoz. Beckford venía expulsado de Inglaterra por su vida
licenciosa
[55] Destacamos este suceso
notable y raro para la época
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