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miércoles, 21 de julio de 2010

Merida y su Festival de Teatro Clásico

El Festival de Teatro Clásico de Mérida no existe. Cuando el alcalde de Badajoz Ricardo Carapeto Burgos marchó a Madrid para exponer su proyecto a José Tamayo, la base del Festival se ceñía a la representación de obras del repertorio clásico grecolatino, concretamente el Edipo que ya estaba representando la Compañía Lope de Vega. Tamayo, con aquel olfato especial que tenía para detectar aquello que el público esperaba, redimensionó la representación de la obra y se comió literalmente la escena hasta las gradas. Tamayo comprendió desde el primer momento que el Teatro Romano tenía que llenarse no solo del elenco; había que "meter" figurantes, aparatos de todas clases, utillaje. Todo aquello que el texto decía tenia que ser visto en escena. Así nació el termino "grandiosidad" al referirse a las representaciones. No se desvió un metro del género. Manejaba traducciones o adaptaciones cuyos cambios cotribuyeran exclusivamente a la mejor comprensión de la obra. El éxito extraordinario de aquellas puestas en escenas que - después de la Xirgu- comienzan el el año 1955, todavía son parámetro obligado para comprobar la calidad del actualmente pretendido Festival de Teatro Clásico que, en nuestros días, no existe, a pesar del poco o mucho dinero que podamos echarle encima. "Entre todos la mataron y ella sola se murió". La escena del teatro - esa misma que por su tamaño acoquinaba a muchas figuras de nuestra escena- se ve poblada - mejor dicho, despoblada- por compañías experimentales compuestas por cuatro gatos para montajes de vanguardia, incrustaciones anácronicas tanto el vestuario como en el utillaje y a veces ,para conseguir un pretendido tirón del público, alguna que otra actriz conocida despatarrada sobre un coche oxidado, todo ello repintado con un aire de trascendencia que hace suspirar a los progres, que son cuatro gatos y medio.
Este Festival nuestro, también denominado por palabras que recuerdan al Mediterráneo sin que ello pueda justificar los atropellos de repertorio en aras de la manoseada conexión intercultural de los pueblos de este charco que va desde Punta Tarifa a la europea Turquía.
Así nos meten flamenco - manifestación que tiene su marco en otro sitio- los ritmos del Caribe o el Latinjazz.
Y la culpa la tiene la Dirección del Festival- no solo ésta última- que no respeta ni parece que tenga intención de hacerlo, el criterio de ofrecer un repertorio de auténtico Teatro Clásico que haga resplandecer el graderío repleto, entregado a la acción y estética de las representaciones.
Extremadura debe tener un ciclo de teatro exclusivamente con estas características y tdispone del mejor escenario.
Este leve comentario no enjuicia la calidad de los actores ni su trabajo, no es ése nuestro propósito; solamente advertir el bamboleo errático de la programación y sus programadores, que hace mucho tiempo que no aciertan.
Y, por supuesto, muy adecuado el Teatro Romano para otro tipo de representaciones, pero siempre fuera del marco clásico.
Uno, que es de Mérida, se siente dolido por estos desbarajustes.

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