La arquitectura del Cubo no me gusta, las acciones descaradas de las administraciones y sus tales cuales y personajillos, menos, las postura enrocada (¿habéis visto la película "Don erre que erre", de Paco Martínez Soria?) de la Asociación de amigos de Badajoz, además de lo dicho, me parece peligrosa, pues si se efectúa el derribo puede representar aliciente para que este grupo de amigos sigan en esa dirección con otras cosas.
Para querer y defender a Badajoz, no hace falta pertenecer a ninguna Asociación. El cariño hacia la ciudad podemos demostrarlo en nuestro trabajo diario, colaborando en todo aquello que pueda beneficiarla, aunque eso aveces signifique tragarnos ciertas preferencias y comprender que los tiempos modernos, muchas veces, se cuelan de rondón en nuestros llamados recintos históricos- como ese caserón arruinado e inútil que era el Hospital Militar.
Haber vivido en la calle Zapatería, en los años 60, ayuda enormemente para poder opinar del Barrio Alto, de su gran deterioro -abandono nuestro- hasta convertirse en territorios de yonkis, trapicheos y otras lindezas, en fin un inmenso cagadero de perros, donde nadie iba. Importantes intentos de los comerciantes del Casco Antiguo -no hay que olvidar al inquieto Juan Antonio Espejo- propiciaron entre otras cosas la implantación de la Facultad de Biblioteconomía, animando a otros pequeños comerciantes y hosteleros a invertir sus reales.
Y ahora, cabalgando el caballo de la justicia, vienen unos cuantos amigos a pedir que todo vuelva a su estado anterior y sin aclarar cual es ese estado, si es el de los años 70, con una Alcazaba comida de mugre- que todavía no se ha sacudido del todo- si se refieren a los tiempos de Marwan, que no crea que disfrutaran de mejor aspecto. En fin que además de perder nuestro dinero, piden lo imposible. Y como lo imposible no puede ser, me parece que si nos tomamos la cosa con calma, el derribo puede que lo vean los biznietos de los Amigos de Badajoz, que tiene a la ciudad en contra, vamos que el Cubo puede durar más que cualquier asociación de las muchas que pululan por nuestro patio. Y esas promociones que ya han salido de esa Facultad representan un dinero bien invertido. Recorrer ese cubo es una delicia. Y el dia de la graduación de mi hija, miraba emocionado esa Alcazaba, que ya no tenía ese olor a meados de mis tardes de infancia... por eso admito el Cubo, aunque sea feo.
José Rabanal Santander
Para querer y defender a Badajoz, no hace falta pertenecer a ninguna Asociación. El cariño hacia la ciudad podemos demostrarlo en nuestro trabajo diario, colaborando en todo aquello que pueda beneficiarla, aunque eso aveces signifique tragarnos ciertas preferencias y comprender que los tiempos modernos, muchas veces, se cuelan de rondón en nuestros llamados recintos históricos- como ese caserón arruinado e inútil que era el Hospital Militar.
Haber vivido en la calle Zapatería, en los años 60, ayuda enormemente para poder opinar del Barrio Alto, de su gran deterioro -abandono nuestro- hasta convertirse en territorios de yonkis, trapicheos y otras lindezas, en fin un inmenso cagadero de perros, donde nadie iba. Importantes intentos de los comerciantes del Casco Antiguo -no hay que olvidar al inquieto Juan Antonio Espejo- propiciaron entre otras cosas la implantación de la Facultad de Biblioteconomía, animando a otros pequeños comerciantes y hosteleros a invertir sus reales.
Y ahora, cabalgando el caballo de la justicia, vienen unos cuantos amigos a pedir que todo vuelva a su estado anterior y sin aclarar cual es ese estado, si es el de los años 70, con una Alcazaba comida de mugre- que todavía no se ha sacudido del todo- si se refieren a los tiempos de Marwan, que no crea que disfrutaran de mejor aspecto. En fin que además de perder nuestro dinero, piden lo imposible. Y como lo imposible no puede ser, me parece que si nos tomamos la cosa con calma, el derribo puede que lo vean los biznietos de los Amigos de Badajoz, que tiene a la ciudad en contra, vamos que el Cubo puede durar más que cualquier asociación de las muchas que pululan por nuestro patio. Y esas promociones que ya han salido de esa Facultad representan un dinero bien invertido. Recorrer ese cubo es una delicia. Y el dia de la graduación de mi hija, miraba emocionado esa Alcazaba, que ya no tenía ese olor a meados de mis tardes de infancia... por eso admito el Cubo, aunque sea feo.
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