LOS
TRENES DE LOS DESEOS
(EN
EXTREMADURA)
“...
Los trenes de los deseos van al contrario de la realidad”. Al menos
así cantaba Adriano Celentano en la canción “Azzurro”. Eso es
lo que pasa actualmente en Extremadura: las aspiraciones de una
buena comunicación ferroviaria y las intenciones políticas van por
otro lado. El resultado a la vista está: somos ,momentáneamente, la
novedad de los medios y carbón encendido de redes sociales; todo
ello por noticias de vergüenza, donde quedamos retratados como una
Comunidad Autónoma de cuarta división, con entrada de gallinero en
el concurso de presupuestos e inversiones. Es evidente que , en
ciertos ambientes políticos, se piensa y se desea una Extremadura
remanso y paraíso, relax y recreo de políticos, urbanitas con
poderío y demás farándula petarda. En gran medida, esa reserva
verde , ese edén del suroeste , no casa bien con la
industrialización, la inversión , los grandes proyectos y, como el
extremeño es poco dado a la protesta y el bochinche, la región va
hacia atrás a buen ritmo; cualquier día nos encontramos en el cine
con el NODO en blanco y negro.
Desciendo,
por parte de madre, de ferroviarios de varias generaciones y he
pasado cierto tiempo en el campo de Extremadura, al lado de
estaciones que ya no existen; he conocido las casillas de vías y
obras, el trabajo en las oficinas de factores y jefes, el tren
integrado en el paisaje de Extremadura. Ese tren hoy se ha quedado
antiguo pero en su momento, mantenía a nuestra región fielmente
conectada al resto de España. Uno de los nudos ferroviarios más
importantes era el de Mérida, creado principalmente para sacar la
gran producción del Matadero Industrial. Teníamos algunos pellizcos
de lujo ferroviario como el automotor , los trenes Ter, Taf... que
sustituyeron a las clásicas máquinas de vapor, modelo Compound,
alimentadas con brisquetas de carbón, almacenadas en el tendel. Eran
lentos comparados con los que hoy circulan en otras regiones.
Todos
hemos tenido algo de culpa al consentir que se desmantelara la red
ferroviaria- sobre todo durante el largo reinado del gobierno
socialista- porque parece que cuando se trata de defender los
intereses de los extremeños ante las instancias nacionales, nuestros
políticos se meten la lengua en el orto, no vaya a ser que vuele
alguna colleja politica que les mande al destierro como al Cid
Campeador, que al menos tuvo Babiecas para ir “al destierro con doce
de los suyos”. No caerá esa breva de ninguna higuera, que por ahora
lo que hay por aquí, son acomodaticios blandengues y llevan mucho tiempo
“sonriendo a los de arriba que son machos y son muchos”.
Asi,
el problema del tren en Extremadura es algo que exige verter dignidad
por muchas razones. Y si el Presidente de la Junta no se desplaza a
Madrid “con la escopeta cargá”, como en el pasodoble “Juan
Salvador”, habrá demostrado altura política cero y si a éso le
sumamos las maniobras de distracción y chinchines como organizar una
manifa en Cáceres, evitando ruido en la capital para no molestar al
Jefe “durmiendo entre los trigales verdes”, apaga la luz,
Mariluz; bueno la luz se apagó en el tren en el otro día, cuando
RENFE se cubrió de gloria y bochorno, como Cagancho en Murcia. Eso
sí, a destiempo, mandó a un ejecutivo estirado, más triste que un
quinqué de petroleo, a balbucir excusas peregrinas, que eran una
bufonada de libro.
Extremadura
no debe consentir este dislate. Tiene herramientas para ello, ya
sugeridas en varios escritos que por ahí circulan. Todos los
políticos que componen el arco parlamentario de Extremadura, tienen
que comunicar al Presidente del Gobierno la retirada de
voto, que se ha acabado lo que se daba y que era poca cosa, promesa llevada a efecto si el gobierno no aprueba en serio y con prioridad
absoluta, las inversiones y todo lo necesario para empezar a
solucionar este gravísimo problema , firmado con tinta de la buena
y no con “extracto de cachondina”, que es lo que han venido
haciendo unos y tragando otros.
El
tren en Extremadura ni siquiera traquetea como en el poema de
Chamizo, es un zombie descacharrado, peor que la diligencia que
saliendo de Badajoz llegaba a Madrid a los tres días; digo peor,
porque en aquellos tiempos, era el lujo de los caminos, con parada y
fonda.
Hay
que afilar papeletas para que en las próximas urnas, si no cumplen,
los mandemos a escardar cebollinos o a organizar manifestaciones
“con doce o más de los suyos” a las sierras de Carija, donde sobra espacio.
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