Estimo que podemos situarnos a principios de los años 50. En esos tiempos no se hablaba tanto de misterios, ovnis, etc... Si acaso del Yeti, el Abominable Hombre de las Nieves, cuyas pisadas retumbaban de vez en cuando en las redacciones de periódicos nacionales, llenando el vacío de las jornadas estivales con pintorescas realidades, adornadas con el tacto debido.
Mérida se nutría de otras noticias que, en mayor o menor medida, reflejaba la cruda realidad de una posguerra de Pelargón y Auxilio Social, ayudando economías y refrescando verdores.
Mérida ya disfrutaba de aquel pequeño Faro de Alejandría que encerraba la Estación Escuela de Radio Juventud, de la Cadena Azul, donde se formaron docenas de profesionales de la Radio, jóvenes en aquellos días y que por causa del servicio militar obligatorio, se ausentaban durante meses para cumplir con la bandera en tierras de África. Uno de ellos (ignoramos su nombre) se adentró algo más en el continente africano y parece ser entabló contacto con exploradores del Congo, episodio que no podemos confirmar, y al regresar trajo consigo una extraña y pequeña fotografía - de la que no tenemos ninguna otra referencia- de un hombre que vivía en la selva, como un primate, desnudo y cubierto de vello gran parte de sus cuero; sí, de ese vello que perdimos al bajarnos de árbol y ponernos pantalones.
La fotografía original que tengo a la vista, es uno de los pocos documentos del Archivo Rabanal Brito que no tiene ningún dato más, ni referencia de haber sido publicada con anterioridad en ningín medio. No se trata copia, es una impresión por contacto del negativo, no ampliación y revelada con líquidos de poca calidad, sobre todo en el baño de fijador y, por consecuencia, ha perdido parte del vigor que tuviera en su tiempo. Quizá la imagen fuera tomada con fusil fotográfico, que permitía tomar varaias instantaneas en secuencia, toda una novedad tecnológica inspirada en el fusil de Marey, novedad que duró poco tiempo.
Triunfaba en las pantallas Johnny Weismüller acompañado de Maureen O'Hara, el ficticio Tarzán .Y por las mesas de Radio Mérida se paseaba la imagen de un auténtico hombre mono.
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